martes, 5 de agosto de 2014

¿QUE HACER CON EL SUFRIMIENTO?



El dolor y la angustia tienen la extraña capacidad de anular las ideas e impedir que se piense con equilibrio, una persona sumergida en la tenebrosa tempestad del sufrimiento moral esta en el estado más vulnerable de su vida, por esa razón los expertos en conducta humana aconsejan que cuando alguien está hundido en la turbulencia de la angustia no debe tomar ninguna decisión, porque el mayor problema con que se encuentra es la incapacidad de no poder actuar coherente y sensatamente.

Otra gran dificultad que encontramos en esta situación trágica, es que las palabras son inútiles ante el sufrimiento, tratar de consolar al afligido es como echar ácido en una herida abierta, parece que la ofuscación mental es incapaz de comprender el sentido y dirección de lo que con muy buenas intenciones le dicen al oído los que se conduelen de su aflicción.

El único que comprende la verdadera dimensión del dolor humano es Dios; lo demás solo atinamos a decir con palabras lo que son nuestros sentimientos, pero jamás estamos en la capacidad de entender  en su magnitud el sentir ajeno, por la sencilla razón de que cada individuo por múltiples y variadas razones tiene un nivel de sensibilidad diferente y un grado de comprensión y aceptación del problema distinto.

Viniendo de San Cristóbal, en un viaje que duro dieciocho horas, con las personas que pude establecer comunicación me tope con dos damas que regresaban a su morada después de haber asistido al entierro de un joven de veinticuatro años  que era de su entorno familiar y había muerto accidentalmente al caerse de un vehículo y entre todo lo que me comentaron al respecto,  salió a relucir el hecho que era único hijo y que la madre se había ido  al Táchira con el propósito de evitar que en  la peligrosa Caracas pudiera sufrir una muerte violenta.

Este hecho lamentable trajo a mi memoria el dolor que experimento  Dios Padre, cuando vio a su Unigénito Hijo sufriendo el peor castigo y la más grande humillación en el calvario cargando la  culpa de toda la humanidad, siendo una víctima inocente, pagando con su vida por la depravación del hombre sin tener mancha ni sombra de pecado, tanto fue el horror que no pudo resistir manteniendo la mirada en la escena macabra que representaba la agonía de su amado y único Hijo y la quito por el horrible cuadro que representaba tan abominable acción. Allí experimento Jesucristo  el momento mas sombrío y tétrico de su vida, haciéndole exclamar ¡Padre mío porque me has desamparado!

Este sufrimiento de Jesucristo es el que hace que pueda comprender en toda su extensión, cualquiera sea el padecimiento humano y dar consuelo al afligido con la asistencia del Espíritu Santo, humanamente hablando no tenemos armas y medios para sosegar el espíritu quebrantado y traer paz al alma abatida por la fiereza del sufrimiento, pero gracias damos a Dios por Jesucristo que se ofrece para aliviar las cargas de todos los oprimidos sea cualquiera su procedencia u origen, El con toda autoridad y poder proclama: ¡Venid a mi todos los que estáis trabajados, y cargados y yo os haré descansar!


Por el pastor: Fernando Zuleta V.

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