sábado, 9 de agosto de 2014

¿Qué hacer con el sufrimiento? Segunda parte.





El sufrimiento emerge de las entrañas como una bestia sedienta de sangre que amenaza con arrasar todo a su paso siniestro y perturbador, invade los aposentos más recónditos de la mente, el alma y el corazón, por eso es tan avasallante y destructiva su presencia, al no dejar literalmente espacio sin conquistar y esto por supuesto hace que el que este a merced de sus despiadadas garras quede sin fuerzas para confrontar sus arremetidas violentas y feroces ataques.

El sufrimiento es un ataque directo a los sentidos, deja borrosa la visión, merma de forma considerable el oído, anula en un alto porcentaje el olfato y reduce a la nada el sabor, pero sensibiliza con enorme procacidad los sentimientos para que su descarga sea brutal y despiadada. Pudiéramos compararlo con la electricidad cuando se encuentra con un poderoso conductor como el agua,  multiplica en grandes proporciones su fuerza letal.

Estas peculiaridades del sufrimiento son las que hacen imposible que las palabras  mitiguen o  aplaquen su desbordada manifestación, llegando a imposibilitar a quien está inmerso en los caudales de sus ríos, que abandonando su cauce natural inundando los sentidos hasta dejarlos incapaces de reaccionar con sindéresis y naturalidad.
Ante tan grande capacidad destructiva no existe mecanismo humano capaz de frenar y menos erradicar tan funesto mal, por esa razón es que infinidad de personas han sucumbido ante su oprobio y violencia y por lógica consecuencia ninguna palabra es capaz de minimizarlo, aplacarlo o reducirlo, allí en ese estado de indefensión total es donde se necesita de lo sobrenatural, siendo Dios el único que dispone de la medicina para curarlo, porque lo primero que El hace ante la densidad e inmensidad del sufrimiento es verter su amor y el amor de Dios cubre, cicatriza y sana todas las heridas por profundas y grandes que han horadado el alma y el espíritu humanos, y allí no puede llegar ningún elemento conocido, ninguna medicina natural, sino la que imparte en su misericordia infinita Nuestro Creador.

En incontables ocasiones el sufrimiento ha atiborrado de tan densa oscuridad las vidas, que al no quedar resquicio para que penetre siquiera un pequeño haz de luz, las personas no han tenido la resistencia para soportar, claudicando ante la desesperanza,  dando paso   al encuentro prematuro con la pérfida muerte, creyendo vanamente que encontraran la libertad y el descanso, ignorando por completo que la libertad y el descanso solo se encuentra en Jesucristo Señor Nuestro. La ignorancia no es un mecanismo de escape y justificación, porque si eso fuera real, el que toma veneno por equivocación no debería sufrir el rigor de tan trágico error.

La ignorancia nunca inválida las leyes, el que viola la ley sin saberlo es igual de culpable, que el que lo hace con conocimiento de causa, porque en ambos casos se producen los mismos efectos. Nunca es justificación decir lo hice porque no sabía, por eso es mejor tener  de director de nuestras vidas al Único Dios Verdadero, porque El nos guardara de tomar decisiones equivocadas y de transitar por caminos peligrosos, su dirección siempre hará que lleguemos a puerto seguro, aunque no estemos exentos de dificultades.Si, El  nos acompaña estaremos seguros y en el medio de la tormenta traerá la calma y cuando nos alcance el sufrimiento nos dará la paz y la capacidad para soportar hasta que el dolor se mitigue o desaparezca.


Por el pastor: Fernando Zuleta V.

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