Los días van y vienen, el tiempo
es indetenible e imperturbable, no sirve de nada ningún plan que impida su
accionar continuo y perenne, simplemente no lo puedes cambiar o parar, lo que
si esta a tu mano es sacarle provecho al máximo, depende de cada uno que hacer con el o
en medio, los niños no tienen noción de su valor, por lo
tanto les es indiferente, los jóvenes de forma general no lo aprovechan, porque
tienen la idea que les sobra y lo usan mal o parcialmente en cosas valederas, los adultos
están entretenidos en todas sus variadas responsabilidades y lo dejan pasar sin
preocupación, los ancianos se sienten amenazados por él y como respuesta
retaliativa lo ignoran y tratan por todos los medios de no prestarle atención,
finalmente de manera indiferente nos conformamos con vivirlo pero pocas veces
lo convertimos en una fortaleza para obligarlo a hacer nuestro aliado en las
conquistas que emprendemos.
La gente no es feliz porque no le
queda tiempo para invertir en algo tan valioso y que es una de las mejores
maneras de aprovecharnos de él, de sacarle el jugo y explotarlo y debes hacerlo
sin el complejo de culpa, porque él, no es algo tangible, ni vivo para sentir,
es considerado como una magnitud por lo que se puede medir, pero lo veo como una fuerza devastadora que todo lo vence, que no tiene sentimientos
ni nada perturbable, pero avanza y hace
estragos, todo lo deteriora, lo envejece, lo maltrata y al final lo desaparece
por el uso y abuso impertérrito que él hace de todas las cosas creadas, si él
no tiene ninguna limitación, ni restricción, ni se para o se detiene ante nada o
por nada, ¿Por qué deberíamos nosotros tener compasión o escrúpulos a la hora
de usarlo para nuestro beneficio personal?
Creo que su perseverancia a ultranza
y su permanencia imperturbable nos han convencido de que es invencible y hemos
aceptado con fatal realismo la sentencia que ha dictado ¡los he vencido, nadie
resiste mi paso formidable de conquistador indetenible e invencible!
Las cosas le temen al tiempo y el
tiempo a las pirámides, pero agregaría a esa frase, pero el tiempo terminara
venciendo, porque él no compite con nadie, su tarea no es dirimir contiendas,
sino avanzar indefinidamente y ¿Quién seguirá sus pasos rítmicos e indetenibles
per secula seculorom?.
Ante esos razonamientos es que le
hemos cedido el control de todo y aceptamos sin ninguna resistencia la derrota
de manera inobjetable, y con seguridad si alguien se le ocurre decir que
podemos vencerlo, todo mortal usando su razón y sentido común determinara que
ha surgido un nuevo desquiciado mental y para ser sincero es lo que esperaría
como señalamiento ante tal afirmación,
porque esto se estará haciendo en un plano natural y humano, pero si aceptamos
las cosas sobrenaturales o espirituales, la situación cambia radical y
drásticamente, porque el tiempo igual que todo cuanto existe es creación de
Dios y por lo tanto sujeto a su Creador y El ha dictaminado como decreto
divino: y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece
para siempre (1 Jn2:17) y esa sentencia equivale a ser vencedor del temible
tiempo sin atenuantes ni limitaciones,
porque esto hace inmortal al hombre, recibe la vida eterna y lo coloca como
único en este esplendoroso cosmos infinito.
Así es que si tu eres de los que
creen que el tiempo es invencible, para tu bien, para tu regocijo y
bienaventuranza te comunico con toda certeza y seguridad que no es así, porque
su mismo Creador y el nuestro lo ha hecho vulnerable y completamente
conquistable, solo con hacer su voluntad, ahora depende exclusivamente de ti
decidir si lo conquistas o te dejas conquistar por él. Recuerda en Cristo somos
más que vencedores.
Por el pastor: Fernando Zuleta V.
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