viernes, 22 de agosto de 2014

¿HAY DIFICULTADES EN LA INTERPRETACIÓN DE LAS PALABRAS?




Tal vez comprender a las personas sea lo más difícil de la vida, porque las palabras se dicen con una intención y son captadas con otra, el dialogo entre Jesús y Pilato evidencia esta dificultad para entender lo que se habla. Entonces Pilato volvió a entrar en el pretorio, y llamo a Jesús y le dijo: ¿eres tú el rey de los judíos? Jesús le respondió: ¿dices tú esto por ti mismo, o te lo han dicho otros de mí? Pilato le respondió: ¿soy yo acaso judío? Tu nación y tus sacerdotes te han entregado a mí. ¿Qué has hecho? Respondió Jesús: mi reino no es de este mundo; si mi reino fuera de este mundo, mis servidores pelearían para que yo no fuera entregado a los judíos; pero mi reino no es de aquí. Le dijo entonces Pilato: ¿luego, eres tu rey? Respondió Jesús: tú dices que soy rey. Yo para esto he nacido, y para esto he venido al mundo, para dar testimonio a la verdad. Todo  aquel que es de la verdad, oye mi voz. Le dijo Pilato: ¿Qué es la verdad?

Pilato se alejo sin esperar contestación, nos privo de escuchar una de las respuestas más deseadas de todos los tiempos, porque con toda certeza lo que dijera el maestro a esa interpelación no tendría parangón con todo lo que los demás humanos pudieran argumentar sobre el tema, pero no quedamos a oscuras acerca de esta definición, Jesús afirmo en una oportunidad: yo soy la verdad; ateniéndonos a este concepto es que podemos definir con acertada calma lo que significa la verdad, porque no partimos del hecho interpretativo de los diccionarios o enciclopedias que conceptualizan su definición tomando en cuenta el origen o la raíz de la conformación del vocablo, así como sus cambios en la sintaxis en el tiempo y las culturas, aquí la interpretación abarca instancias muy superiores y cobra dimensiones extraordinarias cuando El rey de reyes y Señor de señores asegura enfáticamente que El es la verdad, aquí la verdad cobra un brillo y connotación espectacular, porque El la define como una con Él, la hace igual a Él, en otras palabras dice: si quieren saber que es la verdad, necesitan saber quién soy yo.

Hoy cuando el mundo se debate en supuestos, argumentaciones, relativismo y una variada gama de teorías para definir la verdad como tal, llegando a conclusiones tan fantásticas como decir  cada uno es dueño  de ella porque es subjetiva y su interpretación depende del cristal con que la miren, hay algo de verdad en esta última afirmación, porque el único cristal que va a mostrar la verdad diáfana, transparente y real, si la vemos a través de Él, es Jesucristo, porque El eliminara toda macula y la muestra impoluta.

Lo que sucede es que existe una gran confusión entre verdad y verdades y al no conocer la diferencia en las dos palabras es que se presenta el caos intelectual y espiritual, razón por la cual nos encontramos con los antagonismos en todos los lugares y con todas las personas, porque no podemos entender la verdad como única, irrepetible e inmutable y las verdades como múltiples, variadas y oscilantes.

Cuando alguien dice: tú tienes tu verdad y yo tengo la mías, está usando  términos interpretativos completamente legales  y fuera de discusión, lo que pasa en mayor proporción es que no conoce las diferencias de dimensiones cósmicas  entre verdad y verdades.

Si no sabemos quién es Jesús estamos privados de conocer la Única Verdad, pero de ninguna manera de determinar los millones de verdades que existen en lo común y general. Notemos que en diferentes oportunidades Dios se define con un atributo personal, como Dios es Espíritu, Dios es luz, Dios es amor, así mismo Jesucristo lo hace consuetudinariamente: yo soy la puerta, yo soy el camino y la verdad y la vida. Términos que no expresan conceptos sino atributos que les son comunes y esa es la razón por la que solo se conocen sus verdaderos significados conociéndolos a ellos, teniendo la opinión académica o encumbrada de los genios de las interpretaciones idiomáticas, sus giros y vaivenes en el tiempo y la historia de la humanidad no solo nos trae insatisfacción y frustración, sino también desaliento y confusión, por la sencillez  de que es real que las verdades son subjetivas y de esa manera jamás estaremos de acuerdo. Pero si reconocemos la Única Verdad absoluta que se llama Jesucristo, esto sobra y basta  para actuar con equilibrio y sobriedad y poder tener comprensión y tolerancia con los demás, las otras verdades solo será tema de amena conversación y crecimiento intelectual.

¿Quieres conocer la única verdad? ¡Es Jesucristo, deja que se acerque a ti y tendrás resuelto el conflicto, de que es la verdad!

Por el pastor: Fernando Zuleta V.




No hay comentarios:

Publicar un comentario