Tal vez comprender a las personas
sea lo más difícil de la vida, porque las palabras se dicen con una intención y
son captadas con otra, el dialogo entre Jesús y Pilato evidencia esta
dificultad para entender lo que se habla. Entonces Pilato volvió a entrar en el
pretorio, y llamo a Jesús y le dijo: ¿eres tú el rey de los judíos? Jesús le
respondió: ¿dices tú esto por ti mismo, o te lo han dicho otros de mí? Pilato
le respondió: ¿soy yo acaso judío? Tu nación y tus sacerdotes te han entregado
a mí. ¿Qué has hecho? Respondió Jesús: mi reino no es de este mundo; si mi
reino fuera de este mundo, mis servidores pelearían para que yo no fuera
entregado a los judíos; pero mi reino no es de aquí. Le dijo entonces Pilato:
¿luego, eres tu rey? Respondió Jesús: tú dices que soy rey. Yo para esto he
nacido, y para esto he venido al mundo, para dar testimonio a la verdad.
Todo aquel que es de la verdad, oye mi
voz. Le dijo Pilato: ¿Qué es la verdad?
Pilato se alejo sin esperar
contestación, nos privo de escuchar una de las respuestas más deseadas de todos
los tiempos, porque con toda certeza lo que dijera el maestro a esa
interpelación no tendría parangón con todo lo que los demás humanos pudieran
argumentar sobre el tema, pero no quedamos a oscuras acerca de esta definición,
Jesús afirmo en una oportunidad: yo soy la verdad; ateniéndonos a este concepto
es que podemos definir con acertada calma lo que significa la verdad, porque no
partimos del hecho interpretativo de los diccionarios o enciclopedias que
conceptualizan su definición tomando en cuenta el origen o la raíz de la
conformación del vocablo, así como sus cambios en la sintaxis en el tiempo y
las culturas, aquí la interpretación abarca instancias muy superiores y cobra
dimensiones extraordinarias cuando El rey de reyes y Señor de señores asegura
enfáticamente que El es la verdad, aquí la verdad cobra un brillo y connotación
espectacular, porque El la define como una con Él, la hace igual a Él, en otras
palabras dice: si quieren saber que es la verdad, necesitan saber quién soy yo.
Hoy cuando el mundo se debate en
supuestos, argumentaciones, relativismo y una variada gama de teorías para
definir la verdad como tal, llegando a conclusiones tan fantásticas como decir cada uno es dueño de ella porque es subjetiva y su
interpretación depende del cristal con que la miren, hay algo de verdad en esta
última afirmación, porque el único cristal que va a mostrar la verdad diáfana,
transparente y real, si la vemos a través de Él, es Jesucristo, porque El
eliminara toda macula y la muestra impoluta.
Lo que sucede es que existe una
gran confusión entre verdad y verdades y al no conocer la diferencia en las dos
palabras es que se presenta el caos intelectual y espiritual, razón por la cual
nos encontramos con los antagonismos en todos los lugares y con todas las
personas, porque no podemos entender la verdad como única, irrepetible e
inmutable y las verdades como múltiples, variadas y oscilantes.
Cuando alguien dice: tú tienes tu
verdad y yo tengo la mías, está usando
términos interpretativos completamente legales y fuera de discusión, lo que pasa en mayor
proporción es que no conoce las diferencias de dimensiones cósmicas entre verdad y verdades.
Si no sabemos quién es Jesús
estamos privados de conocer la Única Verdad, pero de ninguna manera de
determinar los millones de verdades que existen en lo común y general. Notemos
que en diferentes oportunidades Dios se define con un atributo personal, como
Dios es Espíritu, Dios es luz, Dios es amor, así mismo Jesucristo lo hace
consuetudinariamente: yo soy la puerta, yo soy el camino y la verdad y la vida.
Términos que no expresan conceptos sino atributos que les son comunes y esa es
la razón por la que solo se conocen sus verdaderos significados conociéndolos a
ellos, teniendo la opinión académica o encumbrada de los genios de las interpretaciones
idiomáticas, sus giros y vaivenes en el tiempo y la historia de la humanidad no solo nos trae insatisfacción y frustración, sino también desaliento y confusión,
por la sencillez de que es real que las
verdades son subjetivas y de esa manera jamás estaremos de acuerdo. Pero si
reconocemos la Única Verdad absoluta que se llama Jesucristo, esto sobra y
basta para actuar con equilibrio y
sobriedad y poder tener comprensión y tolerancia con los demás, las otras verdades
solo será tema de amena conversación y crecimiento intelectual.
¿Quieres conocer la única verdad?
¡Es Jesucristo, deja que se acerque a ti y tendrás resuelto el conflicto, de que
es la verdad!
Por el pastor: Fernando Zuleta V.
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