La protección se levanta como una
muralla que rodea una ciudad para resguardarla de ejércitos enemigos, todos de
alguna manera creamos barreras de protección por distintas causas, algunas son
solo producto de la imaginación, como sucede con el que sufre delirio de persecución, este caso puede definirse como un estado
paranoico donde los temores se mezclan con ideas mentales confusas y desarrollan
la temible manía de sentirse asediado por cuanto congénere tiene a la vista,
este cuadro está clasificado dentro de las enfermedades mentales y esa ya es tarea de los expertos en alineación( loqueros,
psicólogos y psiquiatras).
Hay mucha diversificación en nuestra mente,
comenzando por la escala de valores y el medidor que usemos para ello, una
persona que ha sido criada sin reglas morales, bien puede considerar natural
desnudarse, como el caso de la invidente, parece que nunca se le dijo que
cuando se fuera a bañar debía de hacerlo en el lugar adecuado para tal fin,
ella con toda naturalidad lo hacia donde estuviera y aun sabiendo que había
otras personas en el lugar, cuando se presentaba esta necesidad simplemente
decía: me voy a bañar y de inmediato se
despojaba de toda su indumentaria. Supongo que como no veía, pensaba que los
otros que estaban a su derredor tampoco. ¿Quién es culpable el ciego o quien le
da el garrote?
Es una ley natural protegernos,
eso se evidencia en la manera en que reaccionamos cuando nos sentimos
amenazados, respondemos instintivamente, sin pensarlo ni anticiparlo, es lo que
se llama una ley reflejo, cuando el ojo percibe que algo lo va a lastimar al
instante los parpados se cierran para protegerlo.
Pero en muchas situaciones la
protección adquiere ribetes de manía y esta es difícil de erradicar, me decía
un amigo estadounidense que donde él vivía se identificaba muy fácil la llegada
de un sudamericano al vecindario, porque
lo primero que hacía era rodear de muros e instalar alarmas en su vivienda,
condición de la inseguridad heredada de su procedencia, e imposible de dejar a
un estando en otra cultura, donde se
hace innecesario tal proceder.
La protección aunque es algo
natural e instintivo a veces toma rutas equivocadas y comienza a trajinar por senderos
tortuosos que conducen al inicio y desarrollo de patologías sicosomáticas traspasando
los niveles de la tolerancia y la confianza, alcanzando simas peligrosas que
impiden tener una vida equilibrada y en paz.
En estos tiempos que corren
existe una propensión y con razones suficientes para ello a buscar y conseguir
todas las formas y maneras de protegernos, porque hemos sido condicionados ante
los estímulos que surgen de estar pasando por situaciones verdaderamente peligrosas,
esto se demuestra en la vida cotidiana de las personas, hablando con una señora
del vecindario y haciendo referencias a los sucesos de la noche anterior cuando
estuvimos escuchando ráfagas de armas automáticas
en las aceras de nuestras casas, usadas como polígonos de tiro o parapeto por
las bandas delictivas del lugar, decía: yo tengo una colchoneta preparada al
pie de la cama y cuando escucho el primer disparo de inmediato me tiro al piso
y luego debajo de la cama. Eso es responder a un estimulo.
Si Iván Pavlov estuviera en este
lugar, no habría tenido necesidad de experimentar con perros para desarrollar
su teoría de reflejo condicionado, las ocasiones para ello se presentan todos los
días en vivo y en directo y con personas que están sufriendo el terrible
condicionamiento de sus vidas ante la locura de la comunidad donde estamos
inmersos.
Aunque este sea un valle de sombra
de muerte, los que tenemos nuestra confianza en Dios, podemos estar seguros de
ser protegidos, porque ella viene del
Señor Dios creador del cielo y de la tierra, no permitirá que tu pie resbale; jamás
duerme el que te cuida. (sal 121:2-3) Si
tú no te encuentras seguro, Cristo es la respuesta, tú decides.
Por el pastor: Fernando Zuleta V.
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