Un eslabón puede iniciarse de la manera
más sutil e inofensiva, vamos a suponer de que alguien está tratando de
explicar la causa de una decisión o las motivaciones que lo indujeron a
determinada acción, pero por no ser un buen comunicador usando palabras
inconexas con la temática no logra su objetivo que es hacerse entender, si esa
persona no está claro de sus
limitaciones y hace un esfuerzo
adicional para alcanzar su cometido, lo primero que aparece es la frustración,
que da inicio a una serie de cuestionamientos que pueden dirigirse interna o externamente
al no poder controlar las emociones, lo segundo que experimenta es beligerancia
y comienza el terrible drama al dar cabida a pensamientos negativos que pueden derivar
en una ristra de acusaciones sobre los
que no entendieron lo que quería transmitir, entonces la ira a hacer su presentación, abonando el
camino para que surja el resentimiento y cuando este se entronice, hace metástasis
produciendo la raíz de amargura que al
profundizar y ampliar sus tentáculos invaden todos los aposentos internos y
llena el corazón de rencor, adicionalmente se pone a la defensiva y cada vez
que tiene oportunidad va hablar mal de quien él considera que no lo supo escuchar, pero al mismo tiempo
que su posición lo daña hace que todos cuanto lo oyen sean contaminados, de manera
que el veneno que lo emponzoña hace lo propio con los demás.
El problema real de todo esto es
que aunque en algún momento esta persona se dé cuenta del error en que ha
incurrido y tome la decisión de pedir perdón a quien considera su ofensor es imposible
recoger las palabras que se han esparcido por diferentes caminos, ramificándose
y extendiéndose como el humo en el espacio libre, que al ser difundido por el
viento toma todas las direcciones que le permite el ancho y largo espacio de la
bóveda celeste.
Adicionado a esto y dependiendo
del tiempo que ha compartido con tan indeseados huéspedes, puede haber contraído
enfermedades sicosomáticas de diferente calibre, ya que la persona a sufrido un
ataque directo a su corazón y este como está integrado a todos los sistemas que
componen el cuerpo humano termina por arrastrarlos para que sigan todos sus
sentimientos y deseos, manifestándose una descompensación general que va en
detrimento de la salud física, mental y espiritual, haciendo aparición los síntomas
de diferente índole y aunque parezca raro serán desde las extrañas jaquecas,
dolores fuertes de cabeza, cáncer en diferentes presentaciones, afecciones
cardíacas, pensamientos suicidas y muchas otras patologías que científicamente resultan
difíciles de diagnosticar y tratar por tener síntomas amalgamados de lo
espiritual y lo físico.
Leyendo sobre este asunto un
medico cristiano testificaba diciendo: cuando trato a un paciente, sea cualquiera
los síntomas que presente, lo primero que investigo es en el área espiritual
porque he comprobado que el 80% de las enfermedades tienen su origen en los
sentimientos de ira, odio, o resentimiento hacia los demás y cuando logro
encontrar la causa espiritual la batalla contra la enfermedad está ganada 100%.
Cuídese mí amado hermano y amigo
de dar albergue a las bajas pasiones, no alimente los deseos profanos, ni de
cavidad a los pensamientos destructivos, porque con ello el que sufre las
peores consecuencias es Ud. Mismo, porque cada eslabón de esta cadena,
terminara envolviéndolo de forma tan formidable, que se hará imposible de romper usando medios humanos por científicos
y vanguardistas que sean. Hay uno solo que tiene el poder para liberarlo de tan
poderosas ataduras y su nombre es: Jesucristo y él lo asegura diciendo: y conoceréis
la verdad, y la verdad os hará libres (Juan. 8: 32)
Por el pastor: Fernando Zuleta V.
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