Entendámonos, somos influenciados por el medio ambiente, las circunstancias, los medios de comunicación y las personas que nos rodean, estamos sometidos día a día a la presión para hacer cosas distintas por razones diferentes y en cantidades crecientes y en muchos casos cambios que no benefician en nada o son completamente inocuos o en su mayoría perjudiciales en grados superlativos.
¿Quién ha podido substraerse a la
influencia cibernética en nuestros tiempos? ¿Quién ha resistido la avalancha
publicitaria del momento?, para citar solo dos modalidades en la parte
comunicacional que han saturado los medios informativos y amenazan con tener el
control orbital y obligar a los individuo a bailar al son que les toquen.
Todos los días conseguimos neologismos
que debemos aprender para no quedar rezagados, ser catalogados de cavernícolas
o aparecer como obsoletos o anticuados, usando términos más convencionales que
peyorativos.
Es bueno saber que la velocidad
con que se crean nuevas palabras supera ampliamente
la capacidad receptiva de las academias lingüísticas y cada vez que sale un
nuevo diccionario, cuando está en la imprenta ya esta desactualizado, hay miles
de nuevas palabras que no se conseguirán en su formato, de manera que tenemos
que a prender a marchas forzadas, para no exponernos al fenómeno creciente de
tener un lenguaje en desuso o aparecer en nuestro medio con un idioma que las
generaciones emergentes desconocen.
Derivados del selfie (tomarse una foto uno mismo en español, es decir auto-retrato) como selfiemania, selfititis, selfiologo, selfierista, etc. son palabras nuevas y su desconocimiento significa no estar en nada, así mismo pasa con miles de los neologismos que están surgiendo sobre todo por el avance de las comunicaciones, pero que están desnudando una clase de falencias en los seres humanos que los expertos en las ciencias sociales comienzan a llamar la atención sobre las implicaciones en el comportamiento humano y sus consecuencias.
Algunos psicólogos han anticipado
que la selfiemania es evidencia de insatisfacción sexual y que recurrir a ella
es síntoma de una necesidad imperiosa de afecto y reconocimiento, pero yendo un
poco más al fondo se trata de mostrar un lado oculto de nuestra personalidad
donde la vanidad se refleja con fuerza inusitada dando a conocer por medio de
esta modalidad aquella área escondida que permaneció en las sombras sin tener
la forma o el medio para manifestarse, ahora está al alcance de cualquier
mortal, ese pequeño aparatico con cámara incluida que toma fotos sin
restricciones o limitaciones y ha contagiado a la humanidad con la selfititis.
Es una nueva modalidad de
auto-complacencia en extremo peligrosa para la salud mental y espiritual de los
que contraen la novísima enfermedad de la selfiemania, es un nuevo método para
causar ataduras y sometimiento a la voluntad del ser humano, que lo lleva a
excesos altamente destructivos. Ahora se puede a través de las redes sociales
publicar todo y como no hay límites, es
muy difícil que por voluntad propia se tenga auto-control, por lo cual el
exhibicionismo se ha escapado de las manos y ha tomado por asalto al mundo
entero, haciéndolo ver cada vez más natural, pero en el fondo es perversión y amoralidad a gran escala.
Por el pastor: Fernando Zuleta V.
Por el pastor: Fernando Zuleta V.
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