sábado, 3 de septiembre de 2022

LA VIDA TE DA SORPRESAS


La vida te da sorpresas, eran casi las 7 pm, cuando en un calle próxima a donde me dirigia, encuentro una anciana parada en la esquina, observando el tráfico, sin tomar la decisión de cruzar,  me supongo que esta indecisa, tal vez porque le falta coordinación mental o por alguna limitación motora, el asunto es que siempre estoy dispuesto a ofrecer mi ayuda a quién me la pide o considero que la necesita.

Como es mi constumbre hacerlo, me acerco y le digo: señora ¿ quiere que la ayude a cruzar la calle?
Su respuesta me dejo atonito, ¡no necesito que me ayude, yo se lo que estoy haciendo!
Cruce ud, ¿ o es que piensa que lo voy a robar?
Con esa receta, no argumente nada, ni entre a tratar de convencerla de mis buenos propósitos, con naturalidad me aleje de inmediato, cabilando en el asunto y por si de pronto la interpretación de mi ofrecimiento se pudiera convertir en una situación lamentable, con personas que toman estas acciones de los demas a la defensiva, nunca se sabe a donde se puede llegar.

No considero esta forma de reacción de la dama, una consecuencia de la edad senil, sino una condición de su naturaleza arizca, huraña y mal humorada, que le impide diferenciar las buenas atictudes de las perniciosas.

Es muy posible que su negación a recibir ayuda, tenga que ver con la intolerancia con la edad, que entre otras cosas han sido inmisericorde, dejando en su rostro las marcas delatoras de los tantos inviernos que han desfilado por su larga vida.

A veces las maneras de rechazo, nada tiene que ver con segundas personas, sino con la insatisfacción personal que se arrastra,  por circunstancias a lo que los demas son agenos y no tienen ni mediana idea del talante desabrido, destemplado y beligerante de quienes nos encontramos en el camino.

Hay muchas lecciones que podemos sacar de este desafortunado episodio, pero sobretodo nos demuestra que los seres humanos somos impredecibles, que no todos nos aceptamos como somos y que muchos rechazan la idea de envejecimiento con naturalidad, además podemos percibir que en algunos casos brindar ayuda puede ser causa de molestia, tanto para el oferente, como para el receptor, pero asi es la vida y debe continuar, al otro dia fui recompensado, porque estando detenido en otra esquina,  un anciano con visible impedimento para moverse me pidio que lo ayudara a cruzar la calle y un poco antes un vendedor de verduras me solicitó que le cuidara su negocio, porque tenia que ir al banco, en ambos casos me sentí gratificado y útil.

Unas son de cal y otras son de arena.

BENDICIONES.

Por el pastor: Fernando Zuleta Vallejo. 

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