sábado, 30 de septiembre de 2017

BULLYING O MATONEO



¿Quién es culpable?

Comencemos por admitir que fue una de las rémoras que arrastre durante todo el periodo de infancia y adolescencia, aun hasta de los propios profesores, una anécdota de ello fue cuando trabajando en la limpieza de una zanja, detrás de la escuela  donde asistía, se me rompió el pantalón a la altura de los glúteos y quedaron las nalgas expuestas, esto le ocasionó un ataque de risa al profesor guía, porque con 8 años que contaba no usaba calzoncillos. Ese día muy atribulado regrese a la casa y le conté a mi abuela el momento difícil que pase y ella comprensiva como siempre, se dirigió al almacén más cercano y compro un una yarda de liencillo y me hizo un par de interiores, ahora yo deseaba que se volviera a romper el pantalón para exhibir mi ropa interior nueva, pero no tuve suerte.

Aunque mis abuelos maternos, quienes me criaron nunca practicaron el escarnio o la mofa, estas no  pasaron desapercibidas, siempre se presentaron situaciones en que podían hacer burla de alguien, lo mismo todos mis tíos y demás familia. Ahora bien me enseñaron el respecto por el prójimo, sin importar ninguna condición y por supuesto ese fue uno de los valores que ha permanecido y hoy sigo cultivando en la vida.

Sin embargo, como medida de prevención (para evitar las preguntas y tener que dar respuesta que me comprometieran con los hechos) jamás lleve a mi casa ningún problema surgido en el medio donde me desenvolvía y menos de la escuela o el colegio. Aprendí a enfrentarme a ese tipo de situaciones, resolviendo las dificultades a puño limpio y no fueron pocas las veces que llegue a casa con los ojos morados, producto de los golpes de mis adversarios, la última reyerta la hice cuando tenía 15 años y fue tanta la zampapalos que recibí que quede curado, de allí en adelante preferí, no hacer caso al matoneo o ser diplomático antes que contrincante.

Es posible que la actitud pasiva, tal vez melancólica o impotencia, produzca que muchos niños y sobretodo niñas y no tengan los arrestos para sobreponerse a  esta situaciones, que minan su personalidad y erosionan su capacidad de soportar, ocasionado por  el desprestigiado bullying. Porque si algo existe con ferocidad en la niñez y adolescencia es hacer del árbol caído leña.

Siempre hay elitismos en todas partes y en estos lugares sobreabundan:
Están las chicas que tienen mejor posición económica, los chicos que se creen Rodolfo Valentino, los grupos de los que viven en lugares centrales, los que disponen de dinero todo el tiempo, los guapos y apoyados, los que piensan que son mejores, los que se creen más inteligentes, los que se visten a la moda, los que tienen mayores actitudes para el deporte, los duros, etc.etc.

Esta  tan extendida y generalizada de la práctica del matoneo, que toda la sociedad debe de contribuir para dar soluciones, porque no es una virosis focal sino una pandemia mundial. Antes no era tan notorio, porque no teníamos los medios de información con estos alcances globalizados y todo se restringía a  áreas cercanas al entorno, hoy conocemos  lo que pasa en una aldea de China, como en una favela brasileña o un gueto norteamericano con la misma facilidad que lo que pasa al frente de nuestra casa.

Creo que la solución a esta terrible plaga de la sociedad solo se obtiene, si nos amamos unos a otros, pero ¿Cuántos están dispuestos a hacerlo? He aquí la piedra de tranca para la solución.

Por el pastor: Fernando Zuleta Vallejo.


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