La oración trae
paz y armonía al espíritu, porque nos hace recibir de la presencia de Dios la
seguridad y confianza total en El.
Por nada
estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en
toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa
todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en
Cristo Jesús.(fil. 4:6-7)
El mejor método
para vivir confiado en medio de las habituales tormentas de la vida es estar en
estrecha relación con Dios, y esa relación se hace manifiesta en una oración constante.
No aparece en la Biblia la promesa de no
tener dificultades, al contrario en muchas partes de ella habla sobre ese
asunto, como lo expreso sin tapujos el Señor: Estas cosas os he hablado para
que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he
vencido al mundo. (Jn. 16: 33).
La oración no
es para librarnos de la presencia de obstáculos en la vida, sino para darnos la
capacidad para soportar hasta vencer. Es orando que alcanzamos el máximo de capacitación
para enfrentar con éxito las tempestades que se levantan y amenazan con arrasarnos.
Los vendavales vendrán, pero por mucha reciedumbre con que se manifiesten, jamás
podrán movernos de la roca inconmovible, que es Cristo.
La oración produce
fe y esperanza, la fe para creer en lo imposible para el hombre, pero decretado
por Dios y la esperanza para tener aguante hasta que Dios cumpla sus promesas. La fe y la esperanza hacen un binomio que
tiene como finalidad proveer al creyente de herramientas espirituales para pasar
por encima de las dificultades hasta vencerlas.
Es bueno
entender que lo que Dios decreta, esta hecho, pero como somos
incapaces de ver el futuro, ni somos omnipresentes, tenemos que esperar hasta que el tiempo muestre el
momento tangible y de esa manera disfrutar de la realidad concreta.
Por medio de
la oración nos sumergimos en las profundidades de la vida espiritual,
impidiendo que las marejadas y turbulencias de la superficie nos causen daño o perjuicio. Es bueno tener en cuenta
que todos los huracanes y tsunamis se forman en la superficie marina, el que este, en un
submarino, entre más profundo se encuentre, menos se apercibirá de las violentas y destructivas fuerzas que amenazan con destruir todo a su paso
arrollador.
Si queremos
salir indemnes de todo ataque de fuerzas
poderosas demoníacas, debemos estar
sumergidos en la vida del espíritu, porque allí le está vedado llegar a los
enemigos de nuestras almas.
Caerán a tu
lado mil, Y diez mil a tu diestra: Mas a ti no llegará.(salmo 91:7)
Tal vez a
nuestra izquierda veamos caer miles de muertos; tal vez a nuestra derecha
veamos caer diez mil más, pero a nosotros nada nos pasará.(salmo 91:7. Lenguaje
actual)
Por el pastor:
Fernando Zuleta Vallejo
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