jueves, 28 de septiembre de 2017

LA POLÍTICA Y EL FRACASO.



En la política como en todas las circunstancias de la vida, tener buenos deseos y tomar malas decisiones trae pésimas consecuencias.

Los buenos pensamientos no son garantía de obtener grandes victorias, si estos no están acompañados de decisiones correctas, de manera que hay una distancia enorme en pensar bien y obrar bien, por esa razón es que todo el que está ocupando lugares privilegiados de liderazgo tiene la enorme responsabilidad de rodearse de individuos capaces en todas las diferentes latitudes en que tiene alcance su influencia, y debido a lo variopinto de ella, ya que en cada rama existen especialidades y especialistas, está obligado a rodearse de los mejores, aunque sus ideas difieran y sean opuestas a las suyas.

Un médico especialista en neurocirugía, no puede ser el que de la última palabra sobre un trauma de la cintura escapular, para eso está el especialista en traumatología, ambos son profesionales de la medicina, de manera general, pero cada uno tiene su especialidad de manera particular.

He observado que los fracasos en la política no se deben a carecer de buenas intenciones, sino en poner en práctica malas decisiones y como consecuencia las buenas ideas terminan siendo un clamoroso fracaso, porque se implementaron acciones erradas o equivocadas.
Tal vez el meollo del asunto no está en la manera de pensar, sino en la forma de ejecutar, la mente es infinita, las acciones son limitadas y debido a esto es que es necesario rumiar muy bien lo que se quiere implementar sobre el terreno de los acontecimientos, que es donde tienen real y auténtico valor las grandes ideas.

Las grandes ideas sin realizaciones prácticas han sido estériles  e inocuas y las grandes implementaciones mal realizadas han sido un fracaso monumental.

Si un pueblo tiene 100.000 habitantes y están pasando por penurias y el gobierno tiene dinero e implementos suficientes para que puedan producir comida en abundancia, disponiendo de una buena cantidad de tierra cultivable y opta por darle comida gratuita y algunas otras prebendas, puedo asegurar que son buenas intenciones, pero pésimas las realizaciones, porque de esta manera no se está ayudando a vencer la crisis, sino que se está agravando en términos superlativos, porque no le enseñamos a producir  para vivir en abundancia, sino a subsistir de las migajas.

Este es el fracaso  de los gobiernos que se rodean de personas que solo emiten buenos conceptos, porque o bien son simpatizantes o pertenecen al entorno político, pero son incapaces por conveniencia o amiguismo de declarar la verdad de lo que en realidad está aconteciendo.

Los poderes públicos tienen que ser independiente, pero estoy seguro que eso no es suficiente, en una democracia real, debieran ser antagónicos, para que ninguno oculte las farsas y debilidades del otro.

No es siendo adláteres que conseguiremos cambiar la situación política, económica, social y moral de la nación, sino mostrando el error para corregirlo y no para ocultarlo.
No es siendo aduladores que lograremos cambiar la marcha del país, de nada nos sirve decir que vamos bien, si el camino nos lleva a los acantilados y al precipicio  final.

No es siendo megalómanos que tendremos victorias, la megalomanía es una careta que impide ver nuestras propias debilidades y los aduladores se especializan en ser de ayuda para ocultarlas, pero ambos terminaran en el rescoldo de la ignominia, porque quien se cree superior a todos y quien sustenta con su obnubilación semejante despropósito, ambos son merecedores de la consecuencia del repudio y de la calificación de cínicos de siete suelas.

¿Quién es sabio y entendido entre vosotros? Que muestre por su buena conducta sus obras en mansedumbre de sabiduría.(Santiago,3: 13)


Por el pastor: Fernando  Zuleta Vallejo.

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