Las sombras
oscurecen el panorama, las sonrisas aclaran el ambiente. Quien ríe en la vida
tiene más opciones de vivir feliz, porque la risa encarna optimismo y este se
transmite a todo el ser, haciendo que
cada célula destile bienestar en
vez de amargura.
La felicidad
es una decisión y no un estado, todos tenemos la oportunidad de decidir cómo
vivir, si embadurnados por el pantano de las quejas o liberados por el sentido
práctico de la realidad.
El optimista
ve hacia delante y tiene la mirada en el objetivo que persigue, el pesimista
mantiene mirando hacia atrás, porque está más pendiente de regresar que de
continuar.
El optimista
se encuentra con las dificultades y produce alternativas para superarlas,
porque ellas no son quienes controlan su vida, sino sus propias decisiones, el pesimista
ve en la dificultad la excusa perfecta para detener la marcha hacia el
objetivo, siempre dirá. Si no hubiera sido por… habría alcanzado, logrado o
superado.
Mientras el optimista dice: me encontré problemas pero me ayudaron a
obtener una victoria contundente.
Para obtener
grandes victorias se ha pasado por el filtro de grandes dificultades y estas
han hecho que el éxito alcanzado tenga merito, nunca la facilidad a ocasionado
grandeza, pero si pequeñez, porque está cerca del conformismo y este es enemigo
acérrimo de pagar el precio para alcanzar grandes hazañas, por eso le está
vedado las conquistas, se conforma con las migajas y nunca llega a degustar las
viandas de la abundancia.
Cuando una
persona llega al conformismo, está caminando por la peligrosa vía del
escapismo, porque sus sueños han terminado y cuando un sueño termina, la
esperanza se extingue y vivir sin
esperanza es renunciar a vivir sin haber dejado de existir.
Cuando los pueblos se
conforman son arrastrados por el declive de la pendiente a la sima de las
oscuras fosas de la imposibilidad y la
indolencia y allí no hay deseos de superación, ni de cambios, se
institucionaliza la consigna es mejor vivir como estamos y no arriesgarnos y
una situación que puede ser peor, no se piensa en avanzar, sino permanecer en la aparente
seguridad y quietud que se ve en las aguas mansas.
Un pueblo
que ve el conformismo como una manera de vivir, está siendo sometido a la
bajeza de renunciar a la superación y entonces aparecen las sociedades de eunucos intelectuales que renuncian a
vivir, para sobrevivir.
La historia
de la humanidad está llena de mitos y leyendas, pero en esencia de realidades
imposibles de negar, solo que algunos jamás abandonan las fabulas, porque para
ellos es mejor imaginar que concretar, porque lo primero solo necesita el
pensamiento y lo segundo, la mente y la
acción para conseguir el resultado.
Nosotros no
somos una aparición forzosa de las circunstancias, ni una respuesta del
inexistente destino, somos el resultado del pensamiento, razonamiento,
acciones, ejecuciones y realizaciones de la mente del Sumo Creador que llevadas a la
práctica han formado nuestro origen y establecieron el derrotero en el cosmos
infinito.
No somos
huérfanos que aparecimos por caprichos del hado, surgidos en la espontaneidad
del tiempo y alineados en los vaivenes de los astros del firmamento ¡absurdo!
Quienes no
pueden ver en el hombre la imagen de su Creador, teorizan y especulan para dar
respuestas con la razón a lo que son incapaces de aceptar por la fe.
La razón
es un don de Dios, pero llevada a los límites
se convierte en un arma mortal contra sí mismo. Sucede igual como al científico
que crea un virus letal en el laboratorio manipulando formas de vida contaminantes
y es contagiado por ellas y como consecuencia muere, así es el razonamiento; si
lo usas para acercarte a quien te lo dio y conocer más de su esencia, obtendrás
todas las bendiciones que Él ha prometido a quienes lo buscan para hacer su
voluntad, pero si al contrario usas la razón para negar su existencia recibirás
como paga todas las maldiciones que El a determinado para los que le rechazan y
lo niegan.
Las almas
grandes tienen espíritu compasivo y fuerza y coraje para enfrentar las
dificultades, estas no las amilanan, sino que las hacen sobreponerse y
reaccionar con valentía.
El pesimista
no avanza porque ve los problemas más grandes que las soluciones, el optimista llega
a la cumbre porque ve las soluciones más grandes que las dificultades. ¿De qué
lado estas tú?
Recuerda la
sentencia bíblica: Pero en todas estas cosas somos más que vencedores por
medio de aquel que nos amó.(rom.8:37)
Por el
pastor: Fernando Zuleta Vallejo.
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