Mas buscad
primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán
añadidas. (MT. 6:33)
¿Cómo se busca el reino de Dios?
Comencemos por
entender que ese reino es espiritual y celestial, no físico, ni terrenal, por
lo cual no se conseguirá con elementos naturales, sino sobrenaturales y espirituales;
no existe ningún mecanismo creado por el hombre que sirva para tal fin, todo
esmero y esfuerzo humanos están en la esfera de lo terrenal y lo terrenal jamás
conquistara lo espiritual, de allí lo sobresaliente e importante de la oración por
cuanto ella transciende lo físico y natural para penetrar en lo sobrenatural y
espiritual.
La oración es
un ejercicio netamente espiritual, por cuanto dejamos a un lado los convencionalismos,
lo hipotético y teórico y nos adentramos en el mundo espiritual donde el que
ejerce toda autoridad es Dios Omnipotente. Allí al orar manifestamos la
dependencia total y absoluta del Creador, porque dejamos a su soberana voluntad
todas las decisiones sobre nosotros y el mundo físico y espiritual.
Por otro
lado la justicia divina es la única perfecta, porque proviene de un Dios
infalible, y como conocedor de la dimensión del pecado establece la pena
merecedora de quien ha violentado sus leyes y estatutos, pero también ha
establecido el medio de revertir esa sentencia, sin dejar de ser el juez justo del universo, por el sacrificio de su Unigénito
Hijo en la cruz, satisfaciendo en su totalidad su justicia perfecta.
Ahora bien, después de recibir la salvación y justificación
por medio de Cristo, debe mantenerse, y la formula la ha dado el mismo Señor al
sentenciar: Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el pámpano no puede llevar
fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no
permanecéis en mí. (jn 15:4)
.
Lo que
sucede con la oración es que ella hace volver al hombre a su originalidad,
cuando tenía comunión íntima con su Hacedor y dependía en toda su dimensión de Él.
Jesucristo con
su sacrificio crea el camino y con su autoridad establece el medio para
permanecer en el, que no es otro que vivir en la relación íntima con El Señor, así que todo creyente tendrá como
norte en su vida estar en una relación permanente con su Creador, pero esa relación
tiene que ser de calidad y constante.
Cuando pasamos
mucho tiempo sin hablarnos, relacionarnos o comunicarnos entre los amigos esa
amistad se enfría, se erosiona con el tiempo y al final se termina. ¿Que pasara
si no tenemos comunicación permanente con Dios?
La oración hace
de baranda, donde podemos asirnos, si, al cruzar el puente que une lo
terrenal con lo espiritual se presentan turbulencias que hacen peligrar la travesía.
Es el medio por el cual podemos clamar ¡sálvame Señor! Cuando el abismo se abre delante de nuestros
ojos y nos vemos amenazados de caer a sus monstruosas fauces.
Y todas
estas cosas os serán añadidas… con
anterioridad el Señor había hecho referencia a las necesidades físicas y
materiales, tales como comida, bebida, vestido, etc y aclaro que esa no era la
esencia de vivir, porque El Padre estaba a cargo de ello, que lo importante era
saber vivir y el que sabe vivir, habita al abrigo del Altísimo y mora bajo la sombra del omnipotente (salmo 91: 1). Y
eso se consigue en la intimida con Dios por medio de la oración.
Por el
pastor: Fernando Zuleta Vallejo.
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