miércoles, 13 de septiembre de 2017

ORACIÓN (Continuación 4 parte)


Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas. (MT. 6:33)

¿Cómo se busca el reino de Dios?

Comencemos por entender que ese reino es espiritual y celestial, no físico, ni terrenal, por lo cual no se conseguirá con elementos naturales, sino sobrenaturales y espirituales; no existe ningún mecanismo creado por el hombre que sirva para tal fin, todo esmero y esfuerzo humanos están en la esfera de lo terrenal y lo terrenal jamás conquistara lo espiritual, de allí lo sobresaliente e importante de la oración por cuanto ella transciende lo físico y natural para penetrar en lo sobrenatural y espiritual.

La oración es un ejercicio netamente espiritual, por cuanto dejamos a un lado los convencionalismos, lo hipotético y teórico y nos adentramos en el mundo espiritual donde el que ejerce toda autoridad es Dios Omnipotente. Allí al orar manifestamos la dependencia total y absoluta del Creador, porque dejamos a su soberana voluntad todas las decisiones sobre nosotros y el mundo físico y espiritual.

Por otro lado la justicia divina es la única perfecta, porque proviene de un Dios infalible, y como conocedor de la dimensión del pecado establece la pena merecedora de quien ha violentado sus leyes y estatutos, pero también ha establecido el medio de revertir esa sentencia, sin dejar de ser el juez  justo del universo, por el sacrificio de su Unigénito Hijo en la cruz, satisfaciendo en su totalidad su justicia perfecta.

Ahora bien, después de recibir la salvación y justificación por medio de Cristo, debe mantenerse, y la formula la ha dado el mismo Señor al sentenciar: Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. (jn 15:4)
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Lo que sucede con la oración es que ella hace volver al hombre a su originalidad, cuando tenía comunión íntima con su Hacedor y dependía en toda su dimensión de Él.

Jesucristo con su sacrificio crea el camino y con su autoridad establece el medio para permanecer en el, que no es otro que vivir en la relación íntima con El  Señor, así que todo creyente tendrá como norte en su vida estar en una relación permanente con su Creador, pero esa relación tiene que ser de calidad y  constante.

Cuando pasamos mucho tiempo sin hablarnos, relacionarnos o comunicarnos entre los amigos esa amistad se enfría, se erosiona con el tiempo y al final se termina. ¿Que pasara si no tenemos comunicación permanente con Dios?

La oración hace de baranda, donde podemos asirnos, si, al cruzar el puente que une lo terrenal con lo espiritual se presentan turbulencias que hacen peligrar la travesía. Es el medio por el cual podemos clamar ¡sálvame Señor!  Cuando el abismo se abre delante de nuestros ojos y nos vemos amenazados de caer a sus monstruosas fauces.

Y todas estas  cosas os serán añadidas… con anterioridad el Señor había hecho referencia a las necesidades físicas y materiales, tales como comida, bebida, vestido, etc y aclaro que esa no era la esencia de vivir, porque El Padre estaba a cargo de ello, que lo importante era saber vivir y el que sabe vivir, habita al abrigo del Altísimo y mora  bajo la sombra del omnipotente (salmo 91: 1). Y eso se consigue en la intimida con Dios por medio de la oración.

Por el pastor: Fernando Zuleta Vallejo.

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