Cuando son las 10 am del día lunes me encuentro en una diabólica
cola a un kilometro antes de entrar a la ciudad, averiguo cual es la razón y esta
obedece a que es una protesta de los taxistas porque es el octavo que asesinan de ellos, en lo que
va del año, para atracarlo, en escasos cuatro meses. Después de más de dos tortuosas horas en
medio de un calor abrazador se restablece el trafico y puedo enrumbarme a casa,
pero justo una cuadra antes de llegar me consigo la calle bloqueada por vehículos,
¿Por qué causa? Están sacando el cadáver de uno de los dos jóvenes asesinados
en el barrio contiguo al nuestro la madrugada del día domingo, hago el desvió
necesario para llegar al hogar y en toda la esquina justo al frente donde vivo,
la escena de que me toca ser testigo ocular no sé como catalogarla, porque no
se parece a una del viejo oeste americano, generalmente allí se ven revólveres
y rifles, portados por adultos y mayormente hombres, pero aquí hay al menos,
cuatro jóvenes adolescentes donde el mayor no alcanza los dieciocho(18) años y
los restantes están entre los doce y los quince exhibiendo armas automáticas de
gran calibre, con unas cacerinas que hacen ver más escabrosas y siniestras de
lo normal a estas mortíferas pistolas.
Están a la espera de los restos mortuorios
del otro joven asesinado, el cual solo contaba con quince (15) años y como la vendetta debe continuar están preparados
por si se presenta un grupo rival y hay que repeler el ataque, en un momento cuando
no se veía la situación tan amenazante y peligrosa me acerque para darle el
pésame al padre de esta victima de la infamia que vivimos, también llegaron varias
vecinas de la cuadra para aclarar, que viendo las cosas como estaban era
imposible que ellas pudieran estar haciéndoles
compañía y como dijo una de ellas, cuando vimos relucir esas tremendas armas
pensamos que se iba a armar una plomazón.
Este es el escenario real que vivimos con
todas las aristas derivadas y los entre-telones de cada acto, nos decía un vecino,
que había hablado con la madre de uno de los envalentonados adolescentes que está
mezclado en hechos delictivos y por consiguiente corre peligro de muerte, ¡as
algo con el que tu sabes que lo van a matar! A lo que ella replico, yo se que
lo van a matar y estoy muy clara. En realidad no sé como catalogar la forma de
tomar una situación tan dramática y lamentable, si es una muestra de cinismo extremo
o una aceptación irremediable de la triste realidad o un asentimiento procaz de
un hecho inevitable.
¿Nos hemos acostumbrado tanto a los
desenlaces violentos que ni la eminente muerte trágica de uno de los seres
queridos nos hace reaccionar, para tratar de conseguir alguna tabla de salvación
y aceptamos la tragedia como algo natural y cotidiano? ¿Cuál ha sido la mayor
generalidad en la vida de estos jóvenes adictos a las drogas y al peligro? Hay una
constante, todos absolutamente todos carecieron de hogares legítimamente constituidos
y la figura paterna jamás ha existido, por lo cual ha habido un tremendo
desequilibrio en la formación de su carácter y personalidad.
Para los que repiten como los loros, lo que algún
desadaptado social acuño seguramente pasando por el delirio de Korsakov, que la
diferencia en una unión libre y una legitima como el matrimonio es solo un papel,
les comunico que la diferencia no consiste en la firma del papel, sino en que
el matrimonio es instituido por Dios y la unión libre por el hombre y eso hace
una diferencia tan monumental como la que hay entre el cielo y la tierra y las
consecuencias de tan osada pretensión se están cosechando masiva y
ominosamente.
Por el pastor: Fernando Zuleta V.
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