sábado, 14 de abril de 2012

HISTORiAS COTIDIANAS










Hablando con una chica de quince años que ha desperdiciado toda su niñez y adolescencia, ya que desde los diez fue inducida a la prostitución por las circunstancias en que le toco desenvolverse desde la infancia, me decía que ella comenzó su vida sexual estimulada por las permanentes veces que espió a su mama teniendo relaciones sexuales con hombres, sobre todo con jóvenes que vivían en los contornos de su casa y la mayoría muchachos del lugar con problemas de conducta, algunos adictos a las drogas y otros verdaderos azotes de barrio. 









Entré los que frecuentaban a su mama había uno que tenía una moto y comenzó a invitarla a dar paseos furtivos en las noches, generalmente después de pasar un tiempo de disfrute sexual con su progenitora y debido a que no tenía ningún control o alguien que se preocupara de orientarla o  cuidarla de los feroces depredadores que están como leones hambrientos al asecho de su presa, sin ningún tipo de moral y una carencia absoluta de valores espirituales, no fue muy difícil de aceptar ir cada vez más lejos en los requerimientos y propuestas del galancete hasta permitirle todo lo que él se propusiera, finalmente después de un tiempo, como sucede en todos los casos se alejó de ella, pero ya el mal estaba hecho y fue muy fácil para ella seguir el nefasto ejemplo de sus antecesoras, aunado a que comenzó a recibir dinero por sus servicios y como me dijo literalmente: me pegue.



 


Ahondando un poco más para encontrar las causas primarias del doloroso drama de esta joven, marcada por el estigma de una sociedad que no perdona las fallas humanas y que rotula con marca indeleble a los proscritos por ella, que eufemísticamente llaman destinados por el signo de la adversidad, cuando es ella misma la que ha contribuido a formar, al ignorar la tragedia y el drama de los que nacen en su seno, rechazándolos hasta el punto de considerarlos desechos humanos, determinando que es irreversible su conducta, modo de vida o comportamiento, pude comprender que hay una cadena compuesta por eslabones autodestructivos de varias generaciones que traen como resultado una descendencia envuelta en la más abyecta de las herencias, hasta donde pude inquirir su abuela dio a luz diez hijos entre varones y hembras, producto de relaciones maritales con seis hombres distintos, dos tríos de hermanos cada uno tenía un mismo padre, los cuatro restantes todos tenia padre individual.



Ante una familia tan fracciona  y dispersa, que ha carecido de estabilidad en todos los sentidos, se puede intuir sin ser un experto en sociología, un genio de la sicología o un connotado teólogo la abrumadora carga de indefensión que arrastran, porque simplemente no existe basamento para construir una vida útil y productiva. ¿Qué podemos decir cuando vemos estos signos de la terrible enfermedad de la prostitución? ¿Señalar y oprobiosamente discriminar a quienes están siendo llevados por la corriente mefítica de prácticas dañinas y perversas? ¿Qué hacer viendo como se pervierten las niñas y niños, sin que se incriminen a los responsables directos de la desvergonzada pederastia?



Los ricos están muy ocupados en el competitivo mundo de las finanzas, así es que no tienen tiempo, ni lo consideran su problema, el gobierno tiene que invertir todos los recursos en mantenerse en el poder, así es que no tiene dinero para esa causa, los políticos de oficio hacen promesas como buenos demagogos, pero al no tener los cargos se sienten con las manos atadas y los que tienen los puestos de poder tienen otras prioridades ¿con quién contamos? ni siquiera con los que promueven el buen trato a los animales, ya que para ellos lo principal es que se tengan bien las mascotas, lo demás es secundario.
 


Solo Dios está del lado de los que están en esta lamentable situación y quiere revertir tan ominosa forma de vivir, pero Él no lo hará sin que tú y yo asumamos la responsabilidad y nos hagamos uno con El, emprendiendo la titánica tarea de hacer lo que la mayoría ve como un imposible, pero para el que puede creer todo es posible.

Por el pastor: Fernando Zuleta V.


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