sábado, 21 de abril de 2012

JHEREMY ELIACI





Tienes una historia más antigua que tu vida sobre la tierra, tanto que no hay número que pueda decir la cantidad siquiera de millones de años de cuando se hizo tu diseño y se determino tu existencia, ni con el gugolduplex se podría cuantificar tu edad, que es el nombre que se puso al número más grande que se ha descubierto. Esto ampliamente es más verídico que asegurar que existe el universo, porque puede este morir o desaparecer de viejo en algún momento en el indetenible e interminable tiempo, aunque ahora estemos inclinados a la tendencia  novedosa del virtualismo y muchos  la usan como escapismo de la realidad, con el fin de evadir la responsabilidad como individuos sobre esta tierra que reclama su concurso y protagonismo.







Antes que el cosmos fuese tú eras, por la categórica razón que existías en la mente de Dios y eso te hace más antiguo que el mismo universo ¡que cosa más mollejuda hijo!, simple, lo que Dios tiene en su mente ¡existe! y tú estabas en su mente antes de la fundación del mundo, ¿un silogismo? No, de ninguna manera, una verdad que viene de Dios y no admite cambio ni modificación.







Que impresionante el tiempo que Dios pensó en ti y más extraordinario aun es el tiempo que seguirás en su mente, pues será eterno, porque te ama con amor eterno y el amor nunca deja de ser. No existe manera ni forma de explicarlo con palabras, no aparecen registrados en ningún idioma terrenal vocablos que definan la majestuosidad o la grandeza o lo sublime de esta obra grandiosa de tu Hacedor, creo que será necesario pasar la eternidad con El Señor para aprender las palabras que definan su inimaginable e inigualable grandeza y potestad.






Ahora bien, cuando a Él pensó en ti, determino todo lo relacionado contigo, el tiempo exacto de tu concepción, el de tu nacimiento, determino quienes serian tus padres terrenales y esas elección divina, ha sido y será por siempre una fuente de bendición que comenzamos a disfrutar desde el mismo instante en que supimos que comenzó a gestarse una nueva vida en el vientre de tu abnegada madre, recuerdo la espera del día especialísimo de tu irrupción en este mundo, se contaba el tiempo y sabíamos con algunas pequeñas variantes la fecha precisa, pero Jonathan tu hermano mayor, no demostró mucho dominio propio y menos paciencia, cada día nos increpaba con la frase interrogativa ¿y cuándo es que va nacer?, fue bastante dificultoso calmar su ansiedad evitando todo lo posible para que no se convirtiera en angustia esta espera natural, pero que el, con ocho años veía interminable, al fin llego el día cumbre y cuando regrese a casa después de unas horas de tu nacimiento a dar las buenas noticias, fue necesario hacer muchas promesas y tener un dialogo con la asistencia del Espíritu Santo, para que pudiera esperar hasta el momento de verte cara a cara.







Mantenerlo a raya fue una verdadera odisea, pero finalmente después de pasadas veinticuatro (24) horas le di la esperada noticia, ahora si vas a ver a tu hermano, lo que no contaba era que no permitían acceso a menores de edad a la sala de las parturientas, entonces hice un convenio con la mama, para que lo mostrara por la ventana del tercer piso, cuando ella considerara que estuviera con el, controlando sus ímpetus, en todo esto, también colaboraba nuestra amada katy, la hermana mayor y finalmente cuando te vio en brazos de la mama exclamo en términos de angustia y desolación ¡ ese bebe nunca no lo van a entregar!.


Por el pastor: Fernando Zuleta V.







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