Generalmente todos los estímulos son visuales o audibles aunque también intervienen los demás sentidos pero en proporciones menos frecuentes. Sin embargo el estimulo sinestesico con menos incidencia tiene su cuota de participación activa.
Los estímulos son provocados por los sentidos al experimentar una sensación que al ser procesada por el cerebro da como resultado el deseo de adquirir u obtener una satisfacción, en este caso concreto hablamos únicamente de estímulos externos. Hoy en día con los medios audiovisuales al alcance de cualquier mortal, la mercadotecnia como método especializado en provocar el consumo masivo de cualquier producto, usando tácticas sin ninguna ética y solo con el propósito de vender para producir enriquecimiento rápido y desproporcionado, logra que el grueso de la población mundial sea estimulada hasta la saciedad para hacerla caer en la bien elaborada e intrincada red del nefasto consumismo.
¿Qué consecuencias acarrea este desmedido afán de competencia por obtener lucro en abundancia? Depauperación económica para el consumidor compulsivo que ha sido creado por la extraordinaria y maquiavélica maquinaria propagandística que manipulando hábilmente induce a la adquisición de cualquier bagatela como algo chic y sofisticado.
Cuando se habla de que cada día crece más la brecha entre los ricos y los pobres esto siempre ha existido, pero en nuestros tiempos contemporáneos ha aumentado desproporcionadamente porque los medios de comunicación se han masificado y todos tienen acceso a ellos, por lo cual reciben permanentemente información detallada, adulterada y enfocada no tanto a suplir necesidades reales, sino a crear vacíos por la falta de algo y a ser llenado con la adquisición de algo, en consecuencia se invierte el peculio en esos productos, haciendo que los productores y sus allegados se enriquezcan y ellos cada vez carecen de lo más necesario y elemental para la supervivencia.
La esclavitud ha evolucionado como la mayoría de las cosas, se habla de que el trabajo en muchos casos es una forma de esclavitud y de allí la confrontación permanente de los trabajadores y sus patronos por las reivindicaciones salariales y las mejoras de las condiciones en los lugares donde se labora, pero lo que se ignora voluntaria o involuntariamente es que en este tiempo cibernético, la esclavitud es mental y no física.
Se está controlando mentalmente a las personas, convirtiéndolas en eunucos mentales por medio de los estímulos que generan la avasallante publicidad, logrando con ello que lo que consiguen por la remuneración de su trabajo se diluya en la compra de lo que no es necesario, pero da cache y como es un mal muy extendido el deseo de poseer lo que los demás tienen, se hace fácil convencer a la mayoría de lo que no es indispensable y hacerlo obtener tal o cual cosa, aunque resulte innecesaria o inútil.
Todos queremos disfrutar de las famosas tarjetas de crédito, para cuando se presente la oportunidad de tener algo que nos embelesa, sin contar con dinero en efectivo disponible y de esa forma satisfacer el ego y no una necesidad real. Esta innovación comercial fue concebida para desplumar (usando un término coloquial, pero muy ajustado a la realidad) a los desapercibidos tarjeta-habientes haciéndolos deudores perennes de los bancos que las ofrecen y de esta manera esclavizarlos per secula seculorom, esto es esclavitud real y autentica, pero muy hábilmente mimetizada, para que aparezca como una loable y benéfica idea de los banqueros, para ayudar a los de escasos recursos económicos. De esa manera eufemística se estimula al consumismo, que no es otra cosa que tener lo que no necesitamos en detrimento de lo que si es necesario. Solo una vida sumergida en la gracia de Dios podrá mantenerse indemne ante la crecida desbordante de las aguas putrefactas que están produciendo los estímulos externos inducidos por los medios de comunicación masiva y apuntalado en la feroz comercialización de que somos blanco permanente.
Por el pastor: Fernando Zuleta V.
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