Lo vimos crecer físicamente, vivía al frente de nosotros, lo invitamos en varias oportunidades a acompañarnos con nuestros hijos al parque y a otros lugares de esparcimiento, después de los ocho (8) años comenzó a alejarse y vimos con tristeza que se enrolo con los malvivientes y drogadictos del lugar, se convirtió en mula,( nombre que se utiliza para los encargados de trasladar la droga de un lugar a otro) al ser tan pequeño y tener una cara de infante inofensivo paso desapercibido durante varios años llevando drogas sicotrópicas de un lugar a otro, pero para la droga no paso desapercibido haciendo estragos en el, convirtiéndolo en adicto empedernido.
Recién cumplido los doce años, salvo su vida de milagro, después de haber sido golpeado salvajemente y arrojado al rio que atraviesa el pueblo, cuando aun tenía algún halito de vida fue avistado por un buen samaritano que busco ayuda llevándolo a hospital donde con muchos esfuerzos y después de quince días en terapia intensiva los médicos lograron salvarle la vida, con toda certeza la misericordia de Dios actuó para darle una segunda oportunidad.
Finalmente recuperado regreso a su domicilio, nunca quiso delatar a su verdugo, nos dimos cuenta que la agresión fue debido a que le hizo un tumbe (se quedo con una mercancía de un distribuidor de estupefacientes, así se llama en el lenguaje de los bajos fondos al que roba a otro compinche) a uno de los que le daban trabajo repartiendo sicotrópicos y esta falta generalmente se paga con la vida.
En no pocas ocasiones estando bajo los efectos destructivos de los narcóticos lo vimos y oímos hacer agresiones orales y físicas, pronunciando sentencias de muerte contra los que consideraba sus enemigos de turno, incluyendo a su propia familia, solo una triste e impotente madre defendía la causa perdida de su hijo, cuando al tornarse extremadamente violento, los hermanos de sangre recurrían al castigo físico para controlarlo.
Pasando el tiempo fue reconocido por una mujer que trabajaba con nosotros, como uno de los atracadores de un colectivo en que iba a su domicilio, nunca se hizo denuncia sobre este delito, como pasa mayormente, debido a que como hay tanta impunidad, las víctimas del crimen prefieren el silencio, porque los delincuentes no se castigan y al ser delatados queda suelta la culebra (delincuente agraviado por alguna causa) y lo seguro es que tomara venganza y eso significa muerte al culpable.
Jamás quiso ayuda para superar su adicción y siguió en la turbulencia de una vida disipada y sin ningún norte; un domingo en la mañana cuando mi esposa se dirigía en un auto-bus a una de las tantas poblaciones cercanas que frecuentamos, se encontró con una inusual cola vehicular al salir de la terminal, debido a que debajo del puente que hay sobre una quebrada que pasa por un costado del lugar, estaban sacando un cadáver putrefacto, imposible de reconocer visualmente, porque el agua corrompida y el tiempo que paso hasta ser descubierto lo habían desfigurado grotescamente.
Unos días después se corrió el rumor de que era el joven protagonista del relato, solo contaba con diecisiete (17) años, cuando hable con una de sus hermanas, para confirmar esta triste realidad, su comentario final fue: siempre le advertimos del peligro que corría su vida, pero su respuesta era: "si llega bienvenida la muerte". Si llamas la muerte ella vendrá a tu encuentro y si quieres la vida eterna, Cristo te la dará. Es tu decisión.
Por el pastor: Fernando Zuleta V.
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