Fuiste como un amor surgido en los sueños, se esfumo al despertar.
Pasaste como el celaje del
rayo en el horizonte,
que antes de que pudiera parpadear su brillante luz dejo de existir,
solo quedo en la memoria
aquella visión fugaz,
de aquel luminoso haz que
deshizo por un momento la negra oscuridad.
Basto ese pequeño instante para inundar el alma y el espíritu
Dejando adherido ese sentimiento puro en la profundidad del ser
Imposible de detener, cambiar, erradicar o abandonar
Se fusionó en combinación perfecta para ser eterno sin límite y sin
final.
Los recuerdos están fijos en el instante de tu fulgurante aparición
Fuiste como una centelleante luz
reflejada en el cristal
Que
refringiendo en
el prisma la descompuso en
colores
Rodeando con mágica
tonalidad tú figura de porte angelical
Aquella epifanía fue tan corta como el suspirar
Pero su huella durara por toda perpetuidad
Porque solo se necesita un
instante para amar
Y una eternidad no es suficiente para olvidar
Por el pastor: Fernando
Zuleta Vallejo.
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