Tenía una tía que se molestaba hasta dando una razón, todo le disgustaba, no se sentía bien con nadie, esto por lógica consecuencia la hacía vivir un vida amargada y llena de sinsabores. Si la vecina madrugaba era a chismear, si se levantaba tarde era una floja. Todas sus respuestas eran sarcásticas y prácticamente no decía nada si no fuera para estigmatizar u ofender, se pueden imaginar la dificultad tan grande que tenían los familiares y conocidos para el trato y la relación con ella; este comportamiento anómalo cosecho abundantemente lo que siempre sembró: soledad, ostracismo e indiferencia de todos los que estaban a su derredor.
¡Que persona tan hipócrita! Que lo compre quien no lo conozca, te diste cuenta que no tiene ningún remordimiento por lo mal que se comporto con la familia.
Ese hombre no tiene sentimientos, ¿Cómo puede estar tan alegre y sonriente si ayer su fiel perro "como tu" se fue a la tumba? ¡Verdaderamente que es un insensible!
A menudo oímos comentarios como estos, para dar a entender como son otras personas y no tenemos ningún empacho para señalar en ellas todo lo que nos molesta de su actitud, somos muy procaces y ácidos con el comportamiento ajeno, etiquetando y poniéndole rotulo a todo lo que nos causa molestia.
La cuestión es que lo que hacen otros que nos molesta, puede ser el síntoma de nuestra propia enfermedad, parece ser que lo que vemos en otros tan desagradable y molesto es un reflejo de nuestras carencias y debilidades, los sicologos le han puesto el nombre de proyección la cual "es un mecanismo de defensa que opera en situaciones de conflicto emocional o amenaza de origen interno o externo, atribuyendo a otras personas u objetos los sentimientos, impulsos o pensamientos propios que resultan inaceptables para el sujeto".
Esto que hacen los demás y nos molesta tanto no es más que un reflejo de lo que somos en realidad y si queremos mantener en secreto lo que somos, debemos evitar hacer señalamientos sobre lo que consideramos flaquezas ajenas, pues corremos el riesgo de aparecer desnudos y de darle a conocer a Raimundo y todo el mundo todas las carencias de que somos portadores.
El problema mayor de todo esto es que cada vez que hacemos una crítica destructiva el daño mayor lo recibe quien la hace, porque lo incomoda, lo pone de mal humor, lo molesta tanto que lo hace sentir enfado, se carga de ansiedad, se estresa y lo más seguro es que siempre está sufriendo de jaquecas.
La incapacidad de tolerar a otros es una de las peculiaridades de todos aquellos que tienen como ejercicio escarnecer, ya que esto es una disimulada burla cruel y humillante de quienes son objeto del señalamiento solo por el hecho de que no se aceptan sus fallas o falencias. Estar ocupados en zaherir a los demás es una de las bellaquerías más censurable de las personas, no deja de ser un ominoso oprobio que delata la personalidad enferma de quien vive en esta práctica aberrante.
De la abundancia del corazón habla la boca es la declaración infalible de la Palabra de Dios, por lo cual es muy sencillo saber quiénes son los individuos, solo aprende a escuchar y podrás conocer hasta lo más recóndito de los demás, sus palabras siempre los delataran, hay que ser pronto para oír y tardo para hablar, y de esa manera disfrutaremos de buena salud física y espiritual.
Por el pastor: Fernando Zuleta V.
apreciado pastor que buena apreciación hace ud sobre las criticas hacia los demas y es como ud dice " nos desnudamos sin darnos cuenta denunciando comportamientos que son parte escondida de nosotros...."
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