viernes, 24 de febrero de 2012

EL LIDERAZGO CRISTIANO: UNA ELECCION DIVINA.





Éxodo: 2:11 y 3. 
(Por favor leer los textos bíblicos indicados)
Moisés fue elegido y preservado para ser el futuro libertador de Israel, pero aun no tenía la estatura y capacidad necesarias para lograrlo. Su carácter impulsivo manifestado al asesinar al egipcio, sin proveer las consecuencias demuestra un espíritu sin control, donde predominaba el deseo de hacer justicia por sus propias manos, ese hecho nos enseña que la elección que Dios hace de nosotros para determinada misión no tiene nada que ver con lo que somos, sino con lo que Dios conoce que seremos.
El llamamiento de Dios se inicia cuando atendemos la invitación a aceptar a Jesucristo como Señor y Salvador, la elección es antes de la fundación del mundo (Efesios.1: 3 – 2: 10). El conocimiento anticipado que Dios tiene de todas las cosas, determina cual es nuestra misión en la tierra, aprovechando en su totalidad las situaciones para capitalizarlas a nuestro favor. Pablo lo explica muy bien en romanos: 8: 28- 29.

LA PREPARACION PARA EL LIDERAZGO.

Para utilizar un término criollo, no podemos saltar la talanquera, buscando llegar por los atajos al sitial que Dios nos ha llamado y tomar por asalto el ministerio sin pasar por el curso preparatorio de principio a fin, esta exigencia no puede ser obviada  ya que ella implica la capacitación de acuerdo al plan establecido por DIOS.
Moisés fracasó estrepitosamente al intentar hacer la voluntad de Dios antes de tiempo, no era el momento ni la forma, pero más aún, él no estaba preparado para emprender tan espectacular odisea. Faltaban todavía cuarenta (40) años de preparación en los cuales Moisés tenía que dejar su prepotencia, su auto-suficiencia y su propensión a la ira descontrolada.
Allí en el desierto pastoreando las ovejas de Jetro paso largos y difíciles años en la soledad y el ostracismo, tiempo en el cual aprendió a controlar su espíritu efervescente, a tener paciencia para esperar en Dios, lleno su espíritu de paz, desarrollando la mansedumbre como una de las virtudes que lo adornaron más hermosamente en sus años de liderazgo, tanto que llego a ser llamado. El hombre más manso sobre la tierra (números: 12: 3).
La preparación de Moisés tuvo dos etapas: en Egipto los primeros cuarenta (40) años de existencia fue preparado intelectualmente, allí prevaleció el conocimiento humano; en el desierto por otros cuarenta (40) años fue preparado espiritualmente, allí prevalecido la sabiduría divina. 
El liderazgo que exalta y glorifica a Dios, no es obra de la improvisación humana y menos divina, sino el resultado de una capacitación permanente en ambos sentidos con el deseo de ser servidor de la mejor manera posible al que nos llamó a su servicio. Nadie que no esté dispuesto a pagar el precio, ni a esperar el tiempo de Dios, llegara a obtener éxito en el ministerio, ni efectividad en el liderazgo.

EL LLAMAMIENTO AL LIDERAZGO

El llamamiento lo hace Dios cuando estamos preparados para realizar el trabajo que Él nos encomiende. Él es el que sabe cuando estamos en estas condiciones.
Si se hubiera hecho un casting para encontrar la persona capaz para liderar a Israel, para obtener la liberación de la esclavitud a que estaba sometido por Egipto, exigiendo el currículo de los aspirantes a estar al frente de tan extraordinaria epopeya, es indudable que Moisés sería el primer  eliminado, en criollo coloquial, el primer raspado.
Edad ochenta (80) años. 
Un tartamudo crónico, que necesitaba interprete para poder hacerse entender.
Tenía una orden de captura por asesino y traidor al a patria. (Egipto estaba lleno de carteles que decía: se busca vivo o muerto, hay recompensa por la información).
No tenía entrenamiento militar y era requisito indispensable para los aspirantes.
No tenía recomendaciones de nadie (no tenía palancas).
Había en su expediente un intento fallido de ser caudillo de su pueblo.
En su historial aparecía que había sido rechazado por su pueblo como líder.
No tenía medios económicos para emprender una campaña libertadora, contra la nación más poderosa del mundo en ese momento.
Era un completo desconocido para su pueblo y también para los egipcios.  
No tenía seguidores de su causa, ni aliados, ni simpatizantes, ni apoyo de ninguna naturaleza.
No tenía ningún elemento que indicara la más remota posibilidad de éxito.
Todas las encuestas estaban en su contra.
Su experiencia más destacada era la de haber sido cuarenta (40) años pastor de ovejas, ese era el logro más sobresaliente con que contaba Moisés.
Con esa carta de presentación ¿Quién hubiera confiado en el para llevar adelante una hazaña de tan colosales dimensiones?
Sin embargo ese fue el hombre que Dios llamo para tan descomunal tarea, esto es posible porque:
  1. Dios no hurga en el pasado para tener un elemento de juicio que le indique posibilidades de éxito a las personas que el elige para cumplir un propósito. Lo que fuimos en el pasado no tiene ningún peso a la hora del llamamiento divino.
  2. Ningún ser humano sin importar su condición, limita a Dios para su llamado.
  3. Dios no tiene las limitaciones de nosotros que solo podemos ver el presente y lo externo.
  4. Dios no tiene en cuenta ninguna cosa sobresaliente, humanamente hablando para llamarnos al ministerio.
  5. Dios es el que forma líderes y el proceso por medio del cual el hace este trabajo tiene muy pocos simpatizantes, sus métodos son muy poco halagüeños, pero esas son decisiones y no hay como contravenirlas.
  6. Dios no busca habilidad, sino disposición.
  7. El hombre no hace la obra de Dios con su fuerza y capacidad, uno de los errores más grandes que podemos cometer, es tratar de hacer la obra de Dios con nuestro empuje, fortaleza o capacidad humana y de ganar las batallas espirituales con fuerza física.
  8. El desierto y la soledad surgen como aliados de Dios para enseñarnos a abandonar nuestra confianza en sí mismos y a depositarla en El.
  9. La única arma con la que debemos contar los creyentes es con el apoyo de Dios, si EL GRAN YO SOY  da una orden, nuestra responsabilidad es ejecutarla, porque Él es el que peleara por nosotros y Él es el que gana todas las batallas y nosotros solo somos los instrumentos para honra y gloria de su nombre.
Por el pastor: Fernando Zuleta V.






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