La adulación es una perversión y desviación de la personalidad tanto del que la practica como del que la recibe, el que la hace carece de auto-estima y el que la recibe sufre de megalomanía, esta situación es antagónica por que uno se sitúa en el extremo de la insuficiencia y desprecio con sigo mismo y el otro en el vértice de auto-suficiencia.
El adulador tiene la necesidad de aceptación por lo cual su interés se concentra proporcionar situaciones que agraden a su jefe inmediato aunque todo sea espurio. La adulación contribuye al culto a la personalidad, ya que exagera las cualidades o habilidades y minimiza o borra los defectos de las personas que son objeto de ella.
La tarea del adulador es falsear la realidad, pero lo peor de todo es que es consciente de lo que hace o dice y llegan a los extremos de aceptar todos los delirios al que están subordinados, tanto que oí decir a uno: si me dice el jefe que debo dejar mi cargo lo hago de ipso facto, tenga razón o no, porque estoy para obedecer, no para preguntar o cuestionar las causas por las que el toma las decisiones. Si él dice que el negro Blanco es morado de ese color es y punto, no hay nada que contrariar.
Como podemos ver esta conducta raya en la insensatez, porque no hay sitio para la corrección y se da por sentado que la prioridad es estar bien con el que manda, sea realidad o ficción, este bien o este mal, sea blanco o negro, sea negativo o positivo, beneficioso o perjudicial.
Los polos opuestos se atraen y en esta relación adulador- megalómano se comprueba una vez más ese extraño comportamiento, que de hecho se parece mucho a una relación sado-masoquista, donde se combinan las desviaciones sexuales del que le gusta hacer sufrir y del que le gusta sufrir.
¿Por qué siendo tan perjudicial se practica tanto la adulación? El adulador es de mente débil y vulnerable ante el ascenso y encumbramiento de otros, por su parte el megalómano es orgulloso y su delirio de grandeza lo lleva a aceptar la adulación como un reconocimiento a sus dotes y virtudes.
Solo cuando se acaben los hombres que se creen omnipotentes con delirios de poder o de grandeza, desaparecerán los aduladores, porque sin megalómanos no habría razón de la existencia de los aduladores, eso parece ciencia ficción y no realidad, pero el que sufra de cualquiera de estas desviaciones, puede revertirlas y llegar a ser un individuo equilibrado. ¿Cómo? Solo imitando a Jesucristo y siguiendo sus enseñanzas, El aconseja: aprendan de mí que soy manso y humilde de corazón. De ti depende vivir en uno o en el otro extremo o en el equilibrio que produce la seguridad de estar en CRISTO.
Por el pastor: Fernando Zuleta V.
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