sábado, 17 de septiembre de 2011

¿VIRTUALIDAD O REALIDAD?

                                                  
 


"La muerte permanecerá como eterna e indeseada acompañante del hombre, hasta que  decrete  Dios el instante de su extinción". "Solo Dios que dictamino su existencia tiene poder para anular su permanencia", el hombre podrá recurrir a todo su poderío intelectual y capacidad combativa para destruirla pero como es un enemigo en el que se efectúa una extraña fusión  de realidad y virtualidad al mismo tiempo eso la hace invencible por medios humanos. Estas características la convierten en un contrincante formidable que ningún mecanismo ideado por individuo alguno tendrá opción de penetrar su reino de tinieblas, para causar su desarticulacion y eliminación.

¿Quien tiene oportunidad de vencer un enemigo invisible, incorpóreo, insensible, invulnerable, intangible, pero letal, destructivo y real al mismo tiempo y con armas tan débiles como las físicas?

Lo que no pueden explicar los evolucionistas es como el espíritu abandona los cuerpos y sobreviene la nefasta muerte, la carne tiene vida porque en ella hay espíritu y ¿Quién creo el espíritu que le dio vida a los cuerpos? Hasta ahora han explicado muy bien y convencido a multitudes de la evolución de la parte física de los seres vivientes y ¿Cómo es la evolución en la parte espiritual? ¡Porque sin espíritu no hay vida!.

¿Cómo aparecen los espíritus cuando hay un nuevo cuerpo y necesita ser inyectado de la fuerza vivificadora del espíritu para que tenga vida?

¿Dónde está el depósito de los espíritus, para recurrir a el cada vez que se crea una nueva vida? y ¿Quién trae el espíritu a la nueva vida? no será algo así como el viento que nadie sabe de dónde viene, para donde va, pero es imposible negar su existencia por el solo hecho de que es invisible, porque sentimos su presencia y sus efectos a veces altamente destructivos, cuando su fuerza incalculable y por razones desconocidas lo convierte el mortales huracanes.

Las cosas que no vemos y que son intangibles por lo cual no son susceptibles de medir son más reales y poderosas que las tangibles o materiales y su existencia se demuestra por los efectos formidables que producen, no puedes ver, ni tocar la mente, el espíritu, el alma, la vida, la muerte, los pensamientos o las ideas, el amor, el dolor, el viento y menos a DIOS en su esencia pura ¿podrás negar su existencia porque no las ves? ¡Claro que podrás! Pero la necedad no deja de ser monumental.

El extinto José Saramago laureado y celebérrimo premio nobel de literatura ateo y masón confeso, cuando vio horrorizado el ataque a las torres gemelas exclamo ¡donde esta Dios! ¿Por qué preguntar por alguien en quien no cree y está seguro de que no existe?

Hoy en día la corriente del virtualismo lleva a millones de individuos a creer que todo lo que vivimos es virtual y hay muchos que siguiendo el desenfreno de tamaña falsedad se han hecho acólitos de ella, podemos decirles está bien, "la vida es virtual, pero la muerte es real", ya averiguaste viviendo tu propia experiencia lo que es la vida y llegaste a la conclusión de que no es real, que es un sueño, pero los sueños tienen su final y llegara el momento al terminar de soñar que tendrás que ver la realidad y confrontarla cara a cara, ¿Qué le dirás? Te desconozco, no me interesas, pasa de largo, pues lamento decirte que nada de lo que argumentes será tenido en cuenta, en ninguna circunstancia, lugar o tiempo en el espacio y simplemente es el instante de averiguar que hay más allá del virtualismo que muchos llaman vida y enfrentar la cruda y dura realidad de su final. Si  estás vivo te  estás preparando para morir, la vida existe, tu existes, la muerte existe ¿Estás listo para ese momento transcendental e impostergable?

Si aun no estás preparado para el desenlace inevitable que se aproxima inexorablemente, puedes añadir a esta vida pasajera, la vida eterna y así acometer el final con la certeza y la seguridad de vivir para siempre, aceptando al único que te la puede dar y su nombre es: JESUCRISTO EL SEÑOR.

Por el pastor: Fernando Zuleta v.


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