lunes, 5 de septiembre de 2011

LA MITOMANIA

 

                                                          

La mitomanía, según los sicólogos es una compulsión por mentir, deducimos de esta apreciación, que es algo que se hace de forma voluntaria por el solo placer de hacerlo, no necesita causas, ni motivaciones, son personas como decía un conocido mío: "si no madrugas a escuchar sus mentiras, te las meten  por debajo de la puerta antes que amanezca".

La verdad es que un mitómano parece ser que se alimenta del miserable pan de la mentira y no tiene un tema de conversación que no esté relacionado con ella, el ve esto como una competencia y cuando alguien hace un relato de un suceso, para el representa un desafío y entonces inventa una historia que supere en dramatismo y en espectacularidad lo que ha escuchado, porque supuestamente lo que le paso o vio tiene que ser más grande y formidable.

Son muy buenos dramatizando y están bien dotados para el histrionismo, teniendo una habilidad pasmosa para convencer y una gran capacidad de impresionar, sin dejar a un lado su fuerza manipuladora, enfatizando con toda vehemencia la seguridad de lo que afirman, tienen aplomo y son tajantes en sus afirmaciones, son osados y categóricos, controladores al más alto nivel, impertérritos y con muy buen control de sus emociones.

De manera que el mitómano "es hueso duro de roer" y hay que estar verdaderamente apertrechado para salir indemne en un encuentro con un individuo de estas características, lo más sensato es confrontarlos  y no darles cuerda o llevarles la corriente. No es aconsejable seguirle las ideas, ni alimentarle su manía. Son narcisistas por naturaleza y egoístas por elección.

Ellos siempre son héroes en todas las batallas que libran y no pierden ninguno de los combates que confrontan, son muy parecidos a un personaje que interpretaba joselo en su programa, allí parecía un hombre con muy buena pinta en las reuniones donde se calculaba que había movimiento de dinero y después de hablar de cifras alarmantes y multimillonarias, elegía a alguien que a su parecer hubiera creído a sus exageraciones, y llevándolo aparte, muy solapadamente le decía: "no tienes cuatro fuertes que me prestes, que estoy ladrando".

El mitómano vive una vida ficticia, se la pasa creando escenarios fantasiosos y tratando de persuadir a otros para que crean la imaginación de su mente perturbada, es desinhibido, no tiene dificultad alguna para hablar libremente de sus desatinos, es extrovertido por lo que es locuaz y explicito en sus aseveraciones, generalmente todos son de temperamento sanguíneo, muy abiertos y espontáneos.

Mienten con una facilidad tan pasmosa, que asombran con su firmeza y en verdad ponen a los demás a dudar a sabiendas de que están mintiendo, para ellos mentir es lo rutinario y normal, por lo cual toda su vida gira en torno a la falsedad, su principal ocupación y el mayor tiempo invertido, es en el ominoso camino de la mentira. Lo peor para el mentiroso es que la mentira, como dice el manual de teología "el hombre que soy", tiene "patas cortas" y no se va a ir muy lejos por ese intrincado y peligroso camino, cuando conocemos a alguien con esta manía, si lo escuchamos, no lo oímos y lo que estamos es pretendiendo poner una coraza invulnerable para no ser penetrados por la ponzoña impregnada con el veneno letal de la pestilente mentira.

La mentira forma parte del bagaje de los individuos que pretenden vivir en la ficción y no en la realidad, lo de ellos es la nebulosa, los pies los tienen fuera de los planos terrenales y actúan como si verdaderamente estuvieran en un mundo diferente, porque su pequeño cosmos no está compuesto de realidades, sino de fantasías y quimeras. Mayormente se mueven en la serrada esfera del subjetivismo y transitan por el ignoto laberinto de la mente veleidosa.

Creo que más que un trastorno sicológico, es un problema netamente espiritual, he conocido muchos mentirosos crónicos, que han santificado su lengua y ahora solo la usan para hablar la verdad. Si estas en el grupo de los que están en esta condición, busca ayuda porque solo no podrás salir del hoyo donde te encuentras sumergido. Recuerda si Cristo no cambia tu vida, nadie la podrá cambiar.

Por el pastor: Fernando Zuleta V.








  


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