La frivolidad es la inclinación a las cosas que son de muy poco valor real, pero de alguna manera elevan el ego y hacen sentir agradado al que determina vivir en la superficialidad, siendo esta una de sus principales características, aquí todo adquiere un tinte caprichoso que determina la vulnerable y poco centrada personalidad del sujeto.
Se ha extendido con una velocidad tan vertiginosa afectando sico-socialmente a tantos millones de personas en el mundo entero y teniendo una aceptación universal tan avasallante que se ha convertido en una pandemia del siglo xxi en todo el orbe.
Con la masificación de las comunicaciones se ha dado un impulso extra a tan desliñado personaje de la frivolidad contribuyendo a que su crecimiento sea más rápido y lleve más peligro a las generaciones de turno que no tienen un asidero espiritualmente, siendo llevados como las ondas marinas por un vaivén permanente.
Estamos en la época donde lo desechable marca la pauta y nos hemos acostumbrado tanto al termino y a los productos con esta marcada tendencia, que ya nadie produce algo duradero, todo se hace para usarlo y tirarlo a la basura como desecho; por supuesto que esto ha afectado todo el andamiaje del mundo moderno y de los objetos o cosas desechables se hizo la transición sin mucha dificultad a los sentimientos y seres humanos en general.
La farándula ocupa un lugar privilegiado en el entretenimiento de las personas a escala planetaria y un alto contenido de todo lo que produce el cine, la televisión y la radio está dedicado a programas de una futilidad tan perniciosa, que están convirtiendo las masas en adictos a una programación hecha con la intencionalidad de hacerlos eunucos mentales. El tiempo que ocupan las amas de casa, los estudiantes y la población en general en recibir esta clase de información tiene que traer deformaciones y atrofiamiento a los individuos y más drásticamente a todos aquellos que han moldeado su mente y madurado su cerebro con este incesante bombardeo de ideas retorcidas, truculencias y falsas premisas.
Joseph Goebbels el siniestro ministro de propaganda del régimen nazista del fuhrer, acuño la desafortunada frase: "una mentira mil veces repetida… se trasforma en verdad" y pienso que occidente siguió el consejo a pie juntillas y por esa razón hay tantos millones de personas embebidos practicando las falsedades que les han repetido hasta el cansancio por los medios de comunicación.
Así de esa manera se ha copiado toda la extensa desviación moral y espiritual en la que han incurrido los creadores y diseñadores de los nuevos estilos de vida, toda la perversión la endosan como un avance del modernismo presente y nosotros lo aceptamos como el non plus ultra de los tiempos contemporáneos sin detenernos a considerar ¿Cuántos perjuicios nos acarrearan?
Toda la basura que no pueden reciclar, la envían a los países en vía de desarrollo y nosotros no solamente la aceptamos sino que pagamos un buen precio por ella y además la plagiamos vulgarmente y la transformamos en un producto orgullosamente nacional y autóctono.
La infalible televisión se había erguido como un miembro de la familia y del hogar haciéndose insustituible y vital para todo el entorno social y aunque ha perdido terreno con la entrada en escena de la telefomania celular y el internet aun se mantiene como uno de los medios de comunicación masiva más prominentes del momento.
Los artistas y protagonistas marcan la pauta determinando que millones de seguidores los imiten en todas sus banalidades y tendencias veleidosas, siguiéndolos no solo en los estilos caprichosos de los personajes que encarnan sino en las oscilaciones de sus vidas alteradas y saturadas de las más disimiles deformidades sicológicas.
En una sola tele culebra se plantean asesinatos, contubernios, traiciones, infidelidades, divorcios, desgracias de todo tipo, asociaciones ilícitas, manipulaciones, mentiras piadosas y de las otras, planes macabros, chantajes, cohecho, chanchullos, corrupción, suicidios, homosexualismo, lesbianismo, pederastia, orgias, incesto, brujería, hechicería, santerismo, religiosidad, sincretismo, etc. etc. y todo lo hacen ver como normal repitiéndolo hasta la saciedad en cada drama que realizan, cambiando solo las formas y los protagonistas pero no el fondo ni la intención, de seguro se cumplirá la siniestra máxima de Goebbels y los asiduos televidentes terminaran creyendo y practicando tan absurda invitación a vivir en el caos de la frivolidad.
La trivialidad y el desenfado son protagonistas de primera línea en la mayoría de la juventud, todo lo reducen a solo disfrutar el momento y a pasar bien el rato, sin compromiso serios, ni responsabilidades permanentes, esto ha ocasionado males tan graves en nuestra sociedad que los sentimientos siendo un rasgo distintivo de los seres humanos han sido sepultados por el convencionalismo de la practicidad, teniéndolos hoy como una señal de debilidad o de arcaísmo en todos aquellos que los expresen o defiendan.
Este estilo particular de seguir los acontecimientos ha traído una liviandad tan perversa al género humano, que aunque todos los indicadores, llámense éticos, morales, espirituales, sicológicos y materiales apuntan a una hecatombe sin precedentes de toda la variada vida sobre la tierra, incluyendo la humana, no se levanta ninguna muralla de detención para evitar el desenlace fatal.
Parece que hay un conformismo fatalista universal llegándose a la pésima conclusión de que no hay remedio para tan terrible mal, pero esa puede ser la claudicación de quien no tiene esperanza, sin embargo para los que creemos en Cristo tenemos la promesa de un cielo nuevo y una tierra nueva, ¿quieres tener esa esperanza? Solo en CRISTO la puedes obtener.
Por el pastor: Fernando Zuleta V.
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