Para mí el cinismo es un coctel de irresponsabilidad desfachatez e insensibilidad. Irresponsabilidad porque no tiene empacho para prometer y quedar mal; desfachatez porque no se siente aludido, ni muestra signos de arrepentimiento cuando se le increpa por quedar mal; insensibilidad porque no siente vergüenza cuando es confrontado por su negativo comportamiento.
Según la leyenda Alejandro Magno había oído hablar de Diógenes el cínico y lo admiraba mucho. Un día se presentó ante él y le dijo: Yo soy Alejandro, el Gran Rey. Pues yo soy Diógenes, el Gran Can.
Como Alejandro preguntó porque lo apodaban así, Diógenes respondió: Porque halago a los que dan, ladro a los que no dan y muerdo a los malos.
Parece ser que Alejandro quedó impresionado por Diógenes y le dijo que podía pedirle lo que quisiera, que se lo concedería.
Y Diógenes le pidió: lo que quiero es que te apartes porque me estas tapando el sol.
El sínico no siente ni padece, se le puede decir de la manera que se quiera, lo mal que se comporta, espetarle con vehemencia el trauma que le causa a los demás con sus malas acciones, el efecto pernicioso que ocasiona con actuaciones pervertidas, señalarle lo despreciable de su comportamiento, la vileza de su proceder, los resultados perjudiciales de sus hechos y no se lograra que reaccione mostrando arrepentimiento, alteraciones en sus facciones o un signo que demuestre sentimientos o perturbación en su semblante, permanecerá impertérrito sin ninguna alteración visible por su mal proceder; nunca se siente aludido y no muestra el más leve rastro de molestia por lo que se le dice directamente por su comportamiento displicente e indolente.
De manera que no solo es un mentiroso descarado, sino también zamarro y taimado y ni se molesta por el señalamiento de que es objeto por la realización de hechos inadmisibles contra otros, de forma tal que es un personaje que reúne una cantidad de deformaciones en su carácter que se hace casi imposible describirlo con palabras.
He tenido la ingrata ocasión de encontrarme con varios a lo largo del camino, pero hubo uno que rebaso todos los límites de la imaginación, fui testigo directo y también victima de sus mentiras y manipulaciones, porque entre otras de sus detestables desviaciones son hipócritas y oportunistas. Mentía con una tranquilidad pasmosa, sin mostrar emoción alguna a sabiendas que tenía personas al frente que conocían sus truculencias y perversiones, teniendo la osadía de señalarlos como testigos de las falsedades que decía. En una ocasión, puso de testigo a otro para que confirmara que Sao Pablo en Brasil tenia cincuenta millones (50.000.000.000) de habitantes, siendo la ciudad más densamente poblada del planeta, cuando sabemos que ese merito lo tiene ciudad de México y que en estos momentos tendrá veintidós (22.000.000.000) sin saberse a ciencia cierta si llega a esa formidable cifra.
Teniendo testigos, pruebas irrefutables, confesiones firmadas de quienes cometieron actos ilícitos en asociación con él, documentos que demostraban fehacientemente sus malas acciones, jamás admitió los hechos y negó rotundamente estar involucrado, al contrario acuso a las víctimas de sus perversiones como individuos que lo querían chantajear inventándole historias maquiavélicas para sacarle dinero.
El cinismo es una enfermedad espiritual tan degradante y pervertida que los que la padecen no la perciben y siempre negaran que la tienen, ya que una de sus terribles consecuencias es hacerlos ciegos ante la realidad, pero peor aun es la imposibilidad convencerlos de que necesitan ayuda, porque tienen la extraña convicción, de que los que desean auxiliarlos les tienen envidia y lo que quieren es perjudicarlos, son muy sabios en su propia opinión creyéndose auto-suficientes y eso contribuye a formar una barrera infranqueable que impide de plano aceptar cualquier mecanismo que los pueda orientar.
Nunca se puede ayudar a quien no admite la necesidad de ella y menos cuando los prejuicios son parte del repertorio del necesitado, el cínico tiene su particular filosofía de la vida y algunos como el antiguo filosofo griego Diógenes hasta despiertan admiración por sus concepciones particulares que tienen de la existencia; de su comportamiento desvergonzado como los perros, fue que se creó la palabra cínico, algo que Diógenes acepto como un halago, hay una anécdota que enseña su desenfado total: "en mitad de un banquete, algunos invitados comenzaron a arrojarle huesos como si se tratara de un perro. Diógenes se les plantó enfrente y comenzó a orinarles encima, tal como hubiera hecho un perro".
Este comportamiento es una extraña mezcla de intelectualidad y desinhibición total característica muy acentuada de los cínicos, así lo corrobora otra famosa anécdota de este singular personaje: cuando Platón le dio la definición de Sócrates del hombre como “bípedo implume”, por lo cual había sido bastante elogiado, Diógenes desplumó un pollo y lo soltó en la Academia de Platón diciendo “¡Te he traído un hombre!”. Después de este incidente, se añadió a la definición de Platón: “con uñas planas”
Roguemos al Señor Todopoderoso que nos libre de encontrarnos con individuos que sufran de esta perturbadora patología y menos que seamos victimas de sus vesánicas motivaciones.
Por el pastor: Fernando Zuleta V.
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