La historia está llena de relatos
donde se demuestra que la protección es un mecanismo defensivo inherente al ser
humano, que está ligado a su supervivencia y marcha a la par de todas sus
conquistas, esto por supuesto tiene su dinámica
en el incontrolado deseo de la avaricia que es la propensión malsana de
querer tener lo de otros y en esta faceta egoísta no importan los medios para
conseguir las cosas, sino la obtención de ellas, eligiendo por norma general la
más fácil, la que necesite menos tiempo y menor costo.
En todas las reglas hay excepciones,
cuando en la legendaria China comenzó la
formidable tarea de construir la gran muralla, su idea era la autodefensa,
sobre guardar su territorio y soberanía e impedir que las hordas mongoles los
invadieran y los conquistaran, de esa manera desde épocas antiquísimas se
construyeron muros, diques, posos infectados de leviatanes y se inventaron todo tipo de vallas de
contención, esto lo hicieron las ciudades, los estados, los imperios, los
señores feudales con sus imponentes e impenetrables castillos y en nuestros
días que el menos autodefensa tiene a
cercado la cornisa de su casa con los ominosos y anti-estéticos vidrios,
clavados con sus aterradoras puntas en señal de clara disuasión para los violadores de la propiedad privada y aquellos
merodeadores que buscan apropiarse de lo ajeno.
La tecnología ha evolucionado poniendo
a la disposición de las personas novedosos elementos para su resguardo y
protección, ahora hay aerosoles, que causan escozor o piquiña, otros que dejan
sin visión momentánea a los que lo son rociados por este liquido y algunos
artificios que emiten ruidos tan estridentes y agudos, que paralizan de terror
a los posibles atacantes mientras la victima escapa.
Hasta Pedro Picapiedra salía de
su cueva con dino para que lo cuidara de asaltantes de su época, pero una vez
comprobó su ineficacia cuando el atracador llevaba como acompañante aun
dinosaurio rex y hasta dino puso pies en polvorosa.
La cuestión es que se paso de las
armas defensivas a las que son
únicamente ofensivas, dando comienzo la época
más negra de la humanidad, al
iniciarse la escalada bélica que trajo como consecuencia desarrollar las armas mas mortíferas de toda la historia humana, que solo traen la etiqueta de
aniquilamiento total. Todo los países quieren tener aviones de combate
ultra modernos, bombas atómicas, de hidrógeno o mata gente y los poderosos y
grandes barcos de guerra, accionados por energía nuclear, que no necesitan
abandonar su situación de ultramar para
aprovisionamiento de combustible, porque contienen toda la cantidad de energía
disponible para pasar todo la vida útil sin necesidad de abastecerse.
El hombre ávido de conquistas
quiere dominar al precio que sea, ya no se trata de supervivencia, sino de
sometimiento y avasallamiento, porque jamás se siente satisfecho, entre más
tiene, más codicia, parece que esta última no tiene límites y barreras
naturales y solo lo sobrenatural puede poner freno a tan desquiciante y
descabellada propensión a subyugar, pero aunque todo parezca una causa perdida,
podemos alzar los ojos fijándolos en el infinito que se torna esquivo e
impenetrable y preguntar como el salmista David: ¿de dónde vendrá mi socorro?
Para los que creemos en un Dios omnipotente, la respuesta no es otra sino: mi
socorro viene de Dios, que hizo los cielos y la tierra. (Sal 121: 1-2).
No importa lo que se esté
cocinando en las mentes perturbadas para hacerse dueños del mundo y a todas las
artimañas que recurran para obtener sus
propósitos: he aquí que aquel cuya alma no es recta, se enorgullece; mas
el justo por su fe vivirá (Habacuc.2:4)
Por el pastor: Fernando Zuleta V.
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