viernes, 12 de septiembre de 2014

CUANDO EL PODER CIEGA LA RAZON



Me llamo la atención el documental sobre la sequía en África y cuando ya era imposible de soportar todos los animales emigraron al Serengueti en Tanzania, que es un parque nacional de esta nación y declarado patrimonio de la humanidad en 1981 por la Unesco. Pero hubo uno que se negó a abandonar sus dominios, un enorme cocodrilo que era líder en un gran poso, todos los demás en las noches aprovechando la temperatura menos intensa y los recalcitrantes rayos solares iniciaron la travesía  para  conseguir un nuevo lugar para sobrevivir. Pero el mandamás se negó rotundamente a abandonar su pequeño reino donde el ejercía control omnímodo de todos sus componentes y aparecía como reyezuelo soberano del lugar.

Dentro de todo el abanico de ideas que surgen de esta inusual y perturbadora conducta puedo concluir:

1. El capitán se hunde con su barco. El problema es que el cocodrilo no conocía esta afirmación teórica.
2. Un verdadero líder, demuestra de que esta hecho en los  peores momentos.
3. Miedo extremo de perder su posición privilegiada.
4. No sabía cuál podía ser su verdadera capacidad de aguante.
5. El orgullo le impidió abandonar su trono.
6. Prefirió quedarse solo y seguir siendo el rey, que considerar la posibilidad de abdicar.
7. Era más importante su posición de poder, que conservar su vida.
8. Tener poder anula la razón y oscurece las ideas.
9. Es preferible la muerte en el trono, que la vida fuera de el.
10. Quien se acostumbra al poder, no puede concebir vivir de otra manera.
11. La falsa esperanza de que las cosas cambiaran por un golpe de suerte, lo hizo permanecer impávido y determinante.
12. Fue tanta la pasión por mandar, que aun solo no entendió que se había quedado sin seguidores.
13. Cuando se llega al poder se hace muy difícil prescindir de su embeleso y manipulación.
14. El poder no solo ejerce control sobre otros, sino que se constituye en dictador inclemente de la razón y los sentidos de quien lo ostenta.

Retomando La historia del reptil, este permaneció impertérrito, haciendo frente a las consecuencias fatales de su osada temeridad, resistió con temple de acero toda  la inclemencia del tiempo y como ultimo mecanismo de sobrevivencia se enterró en el lodo cenagoso,  pero este finalmente se seco haciéndose en una dura superficie y de esa manera se convirtió en la sombría sepultura del rey que se negó a dejar su trono a cambio de la vida.

Allí apretó sus formidables mandíbulas como último desafío  de su obcecada determinación de seguir siendo rey aunque estuviera muerto.

La Palabra de Dios declara: Aun hay esperanza para todo aquel que está entre los vivos; porque mejor es perro vivo que león muerto. (Ecl. 9. 4).

Por el pastor: Fernando Zuleta V.








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