Me llamo la atención el
documental sobre la sequía en África y cuando ya era imposible de soportar
todos los animales emigraron al Serengueti en Tanzania, que es un parque
nacional de esta nación y declarado patrimonio de la humanidad en 1981 por la Unesco.
Pero hubo uno que se negó a abandonar sus dominios, un enorme cocodrilo que era
líder en un gran poso, todos los demás en las noches aprovechando la
temperatura menos intensa y los recalcitrantes rayos solares iniciaron la travesía
para conseguir un nuevo lugar para sobrevivir. Pero
el mandamás se negó rotundamente a abandonar su pequeño reino donde el ejercía control
omnímodo de todos sus componentes y aparecía como reyezuelo soberano del lugar.
Dentro de todo el abanico de
ideas que surgen de esta inusual y perturbadora conducta puedo concluir:
1. El capitán se hunde con su
barco. El problema es que el cocodrilo no conocía esta afirmación teórica.
2. Un verdadero líder, demuestra
de que esta hecho en los peores momentos.
3. Miedo extremo de perder su posición
privilegiada.
4. No sabía cuál podía ser su
verdadera capacidad de aguante.
5. El orgullo le impidió abandonar
su trono.
6. Prefirió quedarse solo y
seguir siendo el rey, que considerar la posibilidad de abdicar.
7. Era más importante su posición
de poder, que conservar su vida.
8. Tener poder anula la razón y
oscurece las ideas.
9. Es preferible la muerte en el
trono, que la vida fuera de el.
10. Quien se acostumbra al poder,
no puede concebir vivir de otra manera.
11. La falsa esperanza de que las
cosas cambiaran por un golpe de suerte, lo hizo permanecer impávido y
determinante.
12. Fue tanta la pasión por
mandar, que aun solo no entendió que se había quedado sin seguidores.
13. Cuando se llega al poder se
hace muy difícil prescindir de su embeleso y manipulación.
14. El poder no solo ejerce
control sobre otros, sino que se constituye en dictador inclemente de la razón y
los sentidos de quien lo ostenta.
Retomando La historia del reptil,
este permaneció impertérrito, haciendo frente a las consecuencias fatales de su
osada temeridad, resistió con temple de acero toda la inclemencia del tiempo y como ultimo
mecanismo de sobrevivencia se enterró en el lodo cenagoso, pero este finalmente se seco haciéndose en una
dura superficie y de esa manera se convirtió en la sombría sepultura del rey
que se negó a dejar su trono a cambio de la vida.
Allí apretó sus formidables mandíbulas
como último desafío de su obcecada determinación
de seguir siendo rey aunque estuviera muerto.
La Palabra de Dios declara: Aun
hay esperanza para todo aquel que está entre los vivos; porque mejor es perro
vivo que león muerto. (Ecl. 9. 4).
Por el pastor: Fernando Zuleta V.
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