Llego la tristeza, ella es como una camisa de fuerza,que apriciona y tranca la respiración, la falta de oxigeno anula la lucidez, hace que la visión sea borrosa,se ven ondas en vez de nitidez,los pensamientos no tienen claridad, se atiborran y se estorban entre si,las ideas son vagas y confusas,no hay claridad, solo la sensación de vaguedad.La situación es incierta e indescifrable,las neuronas no pueden armonizar, estan sin poder tener coherencia, haciendo de las ideas un mar en tempestad, la tristeza inunda como riada pavorosa todos los aposentos del alma y no dejan resquicio al pensamiento positivo o esperanzador, ella es fuego igneo sobre la conciencia, calsinando las neuronas, convirtiendo la mente en terreno erosionado y sin brillo, por donde las llamas abrasadoras solo dejan cenizas y rescoldo, como testimonio de su paso avasallante y destructivo.
La tristeza tiene el poder letal de enajenar, dejando imposibilitado el pensamiento sensato, haciendo de el, un huracan de fuerzas descontroladas y de descomunal poderio que emerge con furia incontenible asolando todo sentido de la realidad y si no hay reciliencia en el individuo, destruye su coordinación sensorial, arrastrandolo la espeluznante alienación mental.La tristeza ha sido el causal de la enajenación y el desvarío de multitud de seres humanos que no han tenido protección espiritual para confrontar en el terreno mental que ella tiene como trinchera para atacar sin piedad y contemplación a quienes los avatares de la vida los han sumido en el tempestuoso mundo del sufrimiento y el dolor.
La tristeza conlleva al ostracismo y se asocia con el silencio y la soledad, porque de ellos no escucha ninguna palabra, para bien o para mal y sumido en ese estado imperturbable puede llegar a tolerar y aceptar la ofuscación de su alma y espiritu atormentados.
Hay un solo remedio que da consuelo y restituye la calma al que ha sido abatido por la formidable y temible tristeza y es el que promete, El Único Dios Verdadero:Salmos 55:22 “Echa sobre Jehová tu carga, él te sustentara”. Dios nos dice que le entreguemos a Él todo lo que nos carga, lo que nos trae pesar. Porque no es su deseo que vivamos soportando los problemas y el sufrimiento.
¡BENDICIONES!
Por el pastor: Fernando Zuleta Vallejo.
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