lunes, 29 de agosto de 2011

LAS PRACTICAS MACHISTAS


 




Encontramos que el varón a través de la historia, como una manera universal de demostrar su superioridad ha elegido  a su compañera e inseparable amiga: la mujer,para hacerlo, es una tendencia aberrante y completamente perniciosa, porque si con alguien se debe de estar en armonía es con  la compañera inseparable durante todo el periplo sobre la tierra, pero la terrible tendencia de dominar y de conseguir el máximo estimulo libidinoso, sin tener en cuenta el costo que los demás pagan y no ha tenido limites y su egoísmo insaciable lo ha llevado a cometer las acciones más detestables y abominables en contra del ser a quien más atención, respecto, amor y consideración debiera tener.

Vemos que en su afán de subyugación y sometimiento ha recurrido a los métodos más pervertidas y dantescos para asegurarse el dominio y control de su contra parte y no le ha importado, ni las heridas, ni el dolor físico y mucho menos el terror psicológico o emocional que ha infringido con la horrendas practicas todas de tendencia perturbadora y destructiva, como "la ablación sexual que es la mutilación de parte de los genitales externos femeninos para evitar sentir placer sexual, con la finalidad de que pueda llegar virgen al matrimonio, puesto que si no es de ese modo, la mujer puede ser rechazada. También se realiza para evitar la supuesta promiscuidad de la mujer y asegurar que solamente tenga hijos con el marido", pero la razón más detestable y egoísta es decir que así el varón siente más placer en su relación sexual, sin importar en lo más mínimo los sentimientos y el padecimiento ajenos.

Así también instauro la abominable y pervertida practica del matrimonio de hombres adultos con niñas, bajo que óptica y esgrimiendo los causales que ignoro, pero lo cierto de todo es que es la institucionalización de horrendo crimen de la pederastia, una niña entre los siete (7) y los doce (12) años que puede entender de matrimonio y sus responsabilidades, como puede afrontar la práctica de las relaciones sexuales, cuando ni biológica, física y mentalmente está preparada para confrontar esta situación; esta es una época en que ella debiera estar disfrutando completamente de lo que es: una pequeña, necesitada del cariño y el afecto del hogar y las enseñanzas propias de su edad, pero como en estas llamadas culturas la mujer es un fardo y es necesario desprenderse de ellas lo más rápido posible, porque representa una carga económica y no es muy bien aceptada, es primordial quitarse ese peso de encima y hasta pagan para que se la lleven, eso es lo que ellos llaman: la dote.

Los chinos no se quedaron atrás y durante un milenio sometieron a las mujeres a la deformación de los pies, obligándolas a andar en puntillas, desde los cuatro años en adelante las iniciaban  en esta horrible práctica, rompiéndole los cuatro dedos pequeños y pegándolos al talón con vendas dándole un significado erótico, porque para ellos eso representaba lo máximo en excitación sexual. Los dolores que por resto de su vida iban a sufrir por esta terrible deformación y todas las incomodidades que se derivaban de ello no tenían importancia y siempre y cuando el macho lo considerara excitante y atractivo sexualmente, para mí esto rayano en la vesania total, constituyéndose en una abominable relación de amor-odio y la más perversa de todas la sado-masoquista. Si hay algo bueno de la revolución china fue que acabo con esta absurda y bestial tradición decretando su extinción total.

La  barbarie en la que se ha constituido el desenfreno sexual y la búsqueda de estímulos para satisfacer todo apetencia erótica han llevado a los seres humanos a hacerse peores que las bestias en celo, porque usando la capacidad intelectual de que carecen los brutos, ha llevado a los límites de la tolerancia y el sentido común la practica sexual, convirtiendo un mandato ordenado por Dios en una maldición para el género humano, los millones de personas abusadas sexualmente, con todo el morbo y sus implicaciones han hecho del sexo una mezcla de dolor y de tragedia que arrastra la humanidad como pesada carga que cada día se hace más difícil sobrellevar y que han convertido los expertos en marketing en un comercio depravado, cada vez mas pervertido y brutal con derivaciones desastrosas para la raza humana.

Las jóvenes con deseos de superación, en muchos casos ingresan al nauseabundo mundo de la prostitución, impulsadas por padrinazgos de proxenetas sin escrúpulos que les prometen el dinero fácil y a raudales convirtiéndolas en esclavas sexuales y en víctimas propiciatorias de los aberrados sexuales que no conocen los límites de la maldad y son carentes de toda sensibilidad humana, porque el egocentrismo ha borrado todo vestigio de equilibrio y sindéresis de sus atormentadas y desequilibradas vidas.

En otros casos son familiares, conocidas, vecinas o personas allegadas que las reclutan y las inducen y en casos extremos, los mismos progenitores, como aquella ingenua chica que conocí en uno de los tantos núcleos habitacionales de los valles del Tuy, supe de su trágico pasado, porque se hizo nuestra guía en ese lugar y conocía a toda la gente del poblado, en ese momento contaba con diez y ocho (18) años y después de vencer el clásico recelo con los desconocidos y en un periodo de algunos meses nos relato la triste historia de la tragedia que vivía desde los diez (10) años, cuando  fue obligada por su padre a salir a la calle a obtener dinero ofreciendo su cuerpo como instrumento y a entregarle a este miserable el dinero obtenido como resultado del ejercicio de la prostitución.

Son muchas las practicas derivadas del horroroso machismo, que acicateado por la falsa idea de superioridad se han implantado a lo largo y ancho de la historia humana, pero en nuestro tiempo, cuando se supone que son situaciones ocasionadas por la falta de cultura y conocimiento ¿Qué explicación le damos a la proliferación y crecimiento de tan profanas y bestiales desviaciones sexuales?

En mi opinión todo se debe al obstinado alejamiento de la criatura de su CREADOR. Saque sus propias conclusiones.


Por el pastor: Fernando Zuleta V.



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