A las personas se conocen
sobradamente de dos maneras: “por lo que dicen y por lo que hacen”. Mucho de lo
que oímos que otros dicen que harían, no lo llevan a la práctica
fundamentalmente porque no tienen el poder para lograrlo y eso limita
enormemente sus capacidades de concreción de los hechos, no porque solo son
fanfarrones y habladores compulsivos.
La manera más efectiva de conocer
a las personas es oírlas hablar, porque escrito esta: de la abundancia del
corazón habla la boca. Y lo asegura nada menos que El rey de reyes y señor de
señores: Jesucristo.
Cuando las personas hablan,
vierten al exterior lo que esta internamente, algunos lo dirán con educación y
cultura, otros con desparpajo y ramplonería, muchos con jactancia y vanagloria,
cantidad con arrogancia y pedantería, numerosos con ladina zamarrería, y otros tantos con
humildad y mansedumbre, pero sea lo que digan o como lo digan están mostrando
su verdadera personalidad y sus pensamientos mas intimas y ocultos
Se manifiesta una fuerte
coincidencia entre lo interno y
desconocido y lo que se manifiesta y se revela al hablar, por esa razón el
consejo de los sabios es mantener el oído atento y la boca cerrada, de esa
manera podrás tener en la intimidad todo aquello que no quieras que sea
conocido por las demás mortales. Mucha gente se queja de la mala interpretación
de sus palabras, pero en múltiples oportunidades sus ideas expuestas en forma
oral no son claras y precisas y dicen entre líneas lo que no dicen en palabras,
por lo cual dan origen a cualquiera cantidad de suposiciones, bastante no queda
explicito, pero si implícito y esto por supuesto es lo que hace posible las especulaciones
y las interpretaciones acomodadas si fuera el caso.
Creo que esto fue lo que origino
la archiconocida frase cuando las fuerzas del orden y seguridad americanas detienen a un supuesto criminal: “esta
usted arrestado, tiene derecho a guardar silencio, todo lo que diga puede ser usado en su contra en una corte de ley...”
“Por la boca muere el pez” es una
frase sacada del refranero popular que ilustra muy específicamente el mal
manejo que hacemos de esta abertura que
da inicio al aparato digestivo y que en sociedad con otro pequeño miembro que
es la lengua, pueden originar para unos y otros bendiciones a raudales o
maldiciones al por mayor según el uso que les demos.
La boca como componente del aparto
fonador es finalmente la que se abre para articular las palabras que
exteriorizan lo que pensamos y queremos comunicar, por lo cual si la mantenemos
cerrada no existe la posibilidad de que se conozca lo que está interno y oculto en las conexiones sinápticas del
cerebro que hacen posible la percepción y el pensamiento y a su vez dan el
conocimiento público al exteriorizar con
palabras, lo que está en código encriptado en lo más profundo de nuestra mente,
es por esa razón que lo que tu digas, es lo que tu eres y si no deseas que se
conozcan esos entre-telones de tu personalidad, agarra el consejo de Santiago:
todo hombre sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo para airarse.
Por el pastor: Fernando Zuleta V.
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