El amor es entrega total
Los celos son dominio completo
El amor nos hace libres como el viento
Los celos cautivan cual ave enjaulada
El amor es salud del espíritu
Los celos son enfermedad del alma
El amor produce la felicidad
Los celos traen la fatalidad
El amor es un bálsamo para las heridas
Los celos son ácido para las laceraciones
El amor irradia vida
Los celos destilan muerte
El amor libera
Los celos oprimen
El amor te sustenta
Los celos te aniquilan
El amor cree en el ser amado
Los celos desconfían del amor
El amor crece para el gozo permanente
Los celos aumentan para torturar sin pausa
El amor es viento apacible
Los celos son huracán destructor
El amor es lago de aguas quietas y cristalinas
Los celos torrentes de aguas turbias y borrascosas
El amor es elixir que aumenta la vida
Los celos son veneno que acorta la existencia
El amor produce el sueño gratificante
Los celos crean la pesadilla horripilante
El amor es puro como el candor del niño
Los celos son corrompidos como las sepulturas
El amor sirve sin interés, ni presiones
Los celos someten y obligan por egoísmo
El amor es nobleza espiritual
Los celos son ruindad carnal
El amor se da sin exigencias
Los celos demandan sometimiento
El amor eleva y exalta
Los celos rebajan y degradan
El amor no te pone limitaciones
Los celos te marcan el terreno
El amor es sendero de luz
Los celos son camino de tinieblas
El amor te conduce a la perfección
Los celos te llevan a la destrucción
El amor rompe las barreras
Los celos construyen las murallas
El amor es la ruta eterna de felicidad
Los celos son vía perenne de amargura
El amor es sinónimo de triunfo
Los celos son semejanza de fracaso.
El amor te eleva a las alturas
Los celos te bajan a las profundidades
El amor conquista las cimas
Los celos te llevan a los abismos
El amor es vital en el vivir
Los celos son letales en el existir
El amor trae contentamiento y alegría
Los celos arrastran resentimiento y apatía
El amor es torrente de paz
Los celos ríos de angustia
El amor es fuente de bendición
Los celos arroyos de maldición.
POR EL PASTOR FERNANDO ZULETA VALLEJO
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