jueves, 6 de octubre de 2016

¿QUE SE ESPERA DEL REVOLUCIONARIO?

El revolucionario no puede ser oportunista y aprovechador de las circunstancias para conveniencia personal, todo el que se ponga el traje de revolucionario ineludiblemente está obligado a pagar el precio por sus convicciones y no podrá desmarcarse de los compromisos que ello implica. En la verdadera revolución no puede existir diferencia entre la vida y la muerte, porque el revolucionario vive para la revolución y muere por la revolución.
Si alguien se suma a una revolución para alcanzar dividendos, es un oportunista que solo lo motivan apetencias personales, individuos de esa calaña son los que se venden al mejor postor, por lo cual su presencia en ese ámbito son como los quistes en los ovarios de las féminas que obstruyen el paso de los espermatozoides para la procreación, impiden la fecundación del óvulo,  oponiéndose a la formación de nuevas vidas, los revolucionarios solo de nombre son los causantes del desprestigio, de la incapacidad y del deterioro de las ideas y propuestas de toda revolución ; cuando miramos en la historia de todas las revoluciones nos encontramos con la nada agradable  realidad de que los que acabaron con ellas, no fueron tanto las ideas equivocadas o medios poco ortodoxos para mantenerlas, sino el enjambre de zánganos que las convirtieron en plataforma para lucro y renta personal.
El peligro mayor para toda forma de revolución son los agregados a ella sin identificación con sus consignas, credos y los procesos que implican el modelo implícito y explicito de ellas. Primero porque en la parte interna no están convencidos por sus propuestas y es imposible de defender con el corazón lo que no se acepta con la mente, segundo, si  no existe la convicción certera de que vale la pena asumir los riesgos, serán incapaces de manifestar en lo externo con hechos concretos, porque en la revolución las palabras por razones de ética y practicidad deben ser respaldadas por acciones concretas. La revolución no admite divorcio entre palabras y concreciones.
La revolución atrae violencia, como el imán al hierro, porque ella es una confrontación directa e ineludible entre pensamientos y enfoques de diferente índole y como somos muy poco inclinados a dar soluciones por medios pacíficos y del dialogo, entonces recurrimos a los instintos cavernarios de resolver las diferencias usando la ley de los trogloditas, el que golpee más duro y con mas certeza ese será el ganador de la confrontación de las ideas, porque fueron ideas las que dieron origen a la revolución, pero la forma de dirimir sus  beneficiosos resultados, casi nunca fueron los acertados, dejaron las batallas de la mente y se liaran en formidables confrontaciones físicas, dejando de usar la razón y dando paso al temible síndrome reaccionario de violencia. Cuando se acaban las ideas racionales en la mente que producen vida, comienzan guerras irracionales en los campos que producen muerte.
Toda solución guerrerista, es consecuencia de incapacidad mental, porque la declaración de la guerra por las razones que sean, es demostración de que la mente no funciona con cordura y equilibrio, los hombres sensatos jamás agotaran la capacidad de diálogo y entendimiento, por la sencillez de que la mente no tiene límites y en ella es donde está el taller que crea las ideas por lo cual tampoco estas, están limitadas.
EL  uso de la fuerza para imponer las ideas es un acto que desde su origen arremete contra la dignidad y la integridad del ser humano, porque anulamos los pensamientos por el poder de las armas e implantamos los nuestros, usando métodos para someter e infiltrar, no para convencer y adherir. ¿Quién pude estar a gusto cuando es obligado a pensar como otros quieren? ¿Quién se siente agradado de jugar con reglas  impuestas por la fuerza?
En el mundo contemporáneo han variado los métodos para convencer, pero el fondo a permanecido inalterable y cuando se acaban los argumentos y hemos sido incapaces de llegar a acuerdos que satisfagan a las partes involucradas en las contiendas ideológicas, entonces recurrimos al poder y la fuerza usando las armas físicas para ganar las disputas, esto deja claro, que siempre hemos sido proclives a dar soluciones de esta manera, porque no pocas veces en la historia vemos como los ejércitos daban ultimátum a sus contrincantes y cuando reconsideraban que eran superiores en poderío y fuerza, con simpleza pasmosa imponían las condiciones de paz, que en forma general no eran otras que esclavizando a sus súbditos  desposeyendo de todo bien tanto material, físico, moral  y espiritual. Por esas razones muchos se negaban y peleaban hasta ser borrados literalmente de la faz de la tierra y por las mismas causas hoy en pleno siglo XXI, los pueblos se niegan a claudicar ante las potencias extranjeras y prefieren la confrontación mortal, que el sometimiento a los caprichos de los que se consideran los amos del mundo. La revolución implica obtener conquistas  y si no se consiguen a la buena, entonces será a la mala y aparece la  fuerza y el uso de esta es la más típica expresión de violencia, porque aunque todo se comienza con argumentos, a la medida que estos van perdiendo su eficacia y valor, entonces sin variación de ninguna naturaleza se recurre a su implementación por la fuerza y esta somete y el sometimiento es la clara manifestación de la violencia, porque se conculcan los derechos avasallando sin contemplación.
Lenin tomo por asalto la desacreditada y depauperada dinastía de los zares de Rusia representada en la familia Romanov y con 40.000 mencheviques tomo el control de la antigua monarquía y a medida que fueron creciendo sus simpatizantes, las purgas de sus enemigos políticos alcanzaron dimensiones de un verdadero holocausto para el pueblo ruso y después de  muerto este, lo heredo Stalin, del que no cabe duda que fue superior en saña y atrocidades de su antecesor contra quienes eran o se sospechaba que le adversaban y por lo cual la eliminación física resultaba en la formula segura, para permanecer ejerciendo su tiránica y despótica revolución y así continuo por setenta años, donde los que tenían el control político y militar imponían su clamorosa revolución comunista, haciendo cada día la vida más intolerable para las enormes masas de personas desposeídas de lo elemental para vivir y una pequeña élite vivía como los antiguos zares que ellos mismos combatieron hasta extinguir ¿Cuál fue la diferencia?, solo el cambio de nombre, porque dejo de llamarse, la Rusia zarista y adopto el del imperio ruso comunista, pero las clases obreras por quien y con quien se hizo la revolución siguieron en sus abyectas condiciones de antaño y en muchos casos pasaron de lo malo a lo paupérrimo.
Es tanta la escases de ideas para la paz que todos los países con contadas excepciones se arman a diario y con prontitud, con los sofisticados sistemas de ataque destructivo, que llaman en su mayoría eufemísticamente “armas defensivas”. Presupuestos escandalosos aprueban los parlamentos o cámaras de los gobiernos según su estilo o características de gobernar, para la investigación y consecución de cada vez más letales y modernas armas o para la compra de los que no tienen la tecnología de punta para producirlas, pero de una u otra manera todos invierten cuantiosos recursos económicos en este campo terrorífico que solo  dibuja en el mundo el cuadro dantesco que producen las acciones belicosas en cualquiera de los lugares donde se realicen. En toda confrontación armada los escenarios se transforman en paisajes macabros, que muestran con claridad pasmosa los instintos primitivos de quienes dirimieron sus contiendas por medio de acciones violentas, dejando el camino de las ideas y tomando  el atajo de la violencia.
¿Por qué no hay escuelas para la paz?, ¿por qué no hay universidades para la paz? ¿Por qué es una constante en todo el mundo los sitios de adiestramiento militar y los lugares de entrenamiento guerrillero?
¿Cómo podemos proclamar una revolución pacífica pero armada? Como lo hacía con reiteración y con el toque natural de amenaza a sus opositores el desaparecido líder Hugo Chávez Frías. ¿Se puede creer que una revolución armada hasta los dientes, quiere su implementación por medios pacíficos? Como decía mi abuela, ¡eso no se lo cree ni misia escopeta!
Las armas siempre han sido el cementerio de las ideas, porque su más grande aporte para la humanidad es acallar las voces opositoras  seleccionándolas literalmente por medio del exterminio físico, para que sus propuestas o ideas no se propaguen y logren nuevos seguidores.
No dudo que la humanidad está entrando en el túnel de la incapacidad de generar ideas que marquen los caminos de paz y como respuesta a esa incompetencia recurre a la creación de un monstruo más  terrible que frankenstein, porque este solo fue de ficción, pero con el que lidiamos en el presente es de pasmosa  y terrorífica realidad.
El organismo humano recurre como medio de superar las deficiencias, al no poder producir el elemento que le corresponde para mantener el equilibrio, con el hiperdesarrollo de esa glándula como mecanismo de compensación, es el caso conocido del hipotiroidismo, la tiroides es del tamaño de un grano de arroz  y cuando hay insuficiencia de yodo, su mecanismo defensivo es crecer y aumentar con tal desproporción  hasta hacerse visible y aumentar miles de veces su tamaño original, esto es conocido como bocio, creo que de esa misma manera reaccionan la incapacidad para dialogar y construir los puentes que mantengan a la humanidad conectada a la paz y al sosiego y como hay deficiencia de humildad para aceptarnos como somos, cada uno con defectos y virtudes, recurrimos al orgullo de creernos mejores y propiciamos el ambiente adecuado para someter y subyugar usando el medio menos indicado pero más brutal e inhumano: la guerra que impone por medio de la fuerza y la violencia y el sometimiento a ultranza al no poder conquistar por el don de la palabra y el ejercicio de la tolerancia.
Al faltar el elemento que traiga equilibrio, surge la inclinación de la balanza propiciando el natural desequilibrio, pero todo sucede porque el interés no es mutuo sino oprobioso y tendencioso para favorecer grosera y de manera desleal a una de las partes involucradas en las disputas. Se puede demostrar en gráfica y en práctica, cuando presenciamos o estamos
relacionados con un choque de vehículos, de manera general ninguno acepta que es culpable, siempre su visión de los hechos es parcial y usando todos los argumentos tratara de demostrar que el otro individuo fue el culpable, pero yendo más lejos se pone de acuerdo con el fiscal y lo soborna para que aparezca como la víctima inocente que no tuvo nada que ver con el accidente y aunque tenga documentos vencidos o le falte algún papel requerido, si paga, sale indemne del asunto.

La revolución de las masas quiere obtener resultados que cambien las circunstancias del presente, porque se han convencido que lo que está pasando tiene que sufrir transformación radical, por cuanto el sistema imperante es ineficaz y opuesto a los intereses generales de quienes desean imponer nuevos derroteros para reemplazar los que existen o porque cumplieron su tiempo  útil o son inoperantes o incapaces de mejorar las condiciones presentes, en este sentido toda revolución es enemiga acérrima de la anterior, por cuanto con sus nuevas concepciones están tratando de demostrar que el sistema esta errado y sus políticas son equivocadas. Aquí se hace bueno poner en práctica el antiguo consejo que dice: “escucha a todo el que cree tener la razón, pero sigue al que tenga los resultados,”  como de trata de acciones que dejan la confrontación verbal, y  se enfrentan en el terreno físico y  el libreto está  escrito para desatar los demonios de la barbarie y su rol  principal se llama violencia, es importante saber que queremos y cómo lo queremos.
Por el pastor: Fernando Zuleta V.

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