El hombre siempre se ha asombrado al contemplar la
inmensidad de la bóveda celeste, su espectacular diseño y su tamaño inimaginable,
el fulgurante resplandor de sus astros en una mágica noche de un cielo
tachonado de estrellas y del
imponente resplandor de luna llena, al mirar su extensión de
proporciones incalculables ha despertado el sueño y el anhelo de conquistar sus
profundidades insondables, de desentrañar sus más recónditos secretos y de
adentrarse en su infinita dimensión desconocida.
Contempla extasiado el cosmos infinito y se dice para sí,
allá develaremos la razón de nuestra existencia y es donde encontraremos las
respuestas que demanda la vida, se ensanchara nuestro conocimiento y
alcanzaremos a liberarnos de las sombras
de lo oculto, terminaremos con la oscuridad de la noche que ha envuelto en el
manto negro de la ignorancia al hombre sobre la tierra.
Esas ansiadas respuestas no están en las lejanas estrellas, ni el universo en su
extensión ilimitada, ni en ninguna
galaxia de recóndita existencia, esto será como encontrar en el cerebro del chimpancé las causas por las que el
hombre piensa y razona, aunque hay más posibilidades de lo segundo, porque al
menos lo tenemos entre nosotros y tiene algunas similitudes con los humanos.
Todo son delirios de grandeza impulsados por el perenne
engreimiento y acicateados por la vanagloria, sedientos de grandeza y de deseos
insaciables de poder. La marca hecha en
el corazón del hombre, que ha permanecido inalterable y permanece indeleble,
porque esta tatuada con cincel de punta de diamante es el devastador orgullo,
que siega la mente y anula el entendimiento. Esa altivez ha impedido que el
entendimiento sea iluminado, porque se expande como una cortina de negrura impenetrable
sobre las mentes, dejando solo pequeñísimos resquicios para que minúsculos haces de luz
penetren y combatan las tinieblas.
La auto-suficiencia es un flagelo que limita enormemente
todo el potencial humano, porque ha hecho de la arrogancia su fuerza motora para
alcanzar los ideales del endiosamiento que persigue y quiere
conquistar, en ella solo encontramos
menosprecio al coterráneo y desprecio por los congéneres. Ahora estamos escalando cuestas imposibles de coronar porque llevamos el equipaje equivocado y usamos métodos inadecuados.
Ese afán de encontrar soluciones a la madeja entrelazada de
dificultades surgidas únicamente por la tozudez de la mente, alienada por las densas tinieblas que la envuelven, son el resultado del alejamiento de su Amo y
Señor, y se levanta como muralla infranqueable que hace que todo esfuerzo
exclusivamente humano sea cada día mas pertinaz pero menos efectivo.
El hombre haciendo planes sin la dependencia de Dios, esta
inexorablemente condenado a fracasar, porque
las ideas de Dios no encajan con las del hombre, porque como son más altos los
cielos que la tierra, así son más altos los pensamientos de Dios que los
nuestros y la única manera de concatenar y converger es que el hombre conozca
la voluntad de su Señor y la acate, de otra forma el camino que transitamos será
en abierta oposición a Él y un camino sin Dios como acompañante, es camino de
muerte, las respuestas que queremos no están en la ignota lejanía, ni en el
elocuente y desconocido firmamento que nos circunda, están en el que nos creo y ordeno los ejércitos celestiales y en
un acto de sabiduría y soberanía absoluta nos hizo a su imagen y semejanza y
nos coloco como corona de toda su vasta e impresionante creación. Recordemos que
nosotros fuimos dotados de entendimiento y comenzamos a ser sabios cuando
tenemos temor de Dios.
Por el pastor: Fernando Zuleta V.
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