jueves, 3 de abril de 2014

LA VIOLENCIA NO ES EL CAMINO



La violencia como camino a la paz es un contrasentido, hacer guerra para obtener  paz es una antítesis, recurrir al caos para traer organización es antagonismo, los psicólogos lo llaman trastorno bipolar, partiendo de contradicciones tan enormes entre los pensamientos, las ideas y las acciones para lograr propósitos y conseguir un fin nos damos cuenta de lo disímil que es la cosmovisión de las personas y para ponerle un toque de humor, “pienso que es más fácil  acomodar una docena de monos  que posen  para una fotografía, que poner de acuerdo a las personas”.

Definitivamente nunca se podrá lograr que todos queden satisfechos con los acuerdos pero al menos, que todos se beneficien de ellos y aunque haya objeciones, malas interpretaciones e inconformismo, ninguna de estas situaciones debe ser óbice para impedir que las relaciones  se materialicen y se llegue al entendimiento.

“No hay camino a la paz, la paz es el camino” palabras del gran Gandhi, que son marco de referencia para todo el que quiera obtener y ganar la paz, él y sus seguidores usando la resistencia pacífica lograron vencer un imperio. La violencia crea los vallados de odio y resentimiento en los corazones, levanta las murallas de la amargura de ánimo en la vida y pone los cerrojos de la venganza en las personas. Ella arrastra una estela de sabores astringentes, que con su resequedad no dejan degustar al paladar ninguna de las viandas que ofrece el variado menú de la quietud y armonía.

No podemos imponer la paz con el traqueteo de armas mortíferas, ni con la devastación y el aniquilamiento del adversario, la violencia es el resultado de la ira mal enfocada y accionada de una manera descontrolada, habrá muchas explicaciones para actuar sin cordura e impulsivamente, pero por lo general todo acto visceral trae resultados desastrosos, por el hecho de obedecer al corazón y no dejar el control de sus impulsos a la materia gris, todos los diez sistemas que componen el formidable cuerpo humano están supeditados a la central de mando que se llama cerebro, pero por razones que desconozco se puedo resistir y contravenir  para hacer lo que él no aprobaría y ni es de su agrado, cuando el no funciona correctamente o es ignorado tendenciosamente los resultados son simplemente  catastróficos.

El lamento es lo más común en los que actuaron sin medir las consecuencias, porque sus acciones obedecieron a los impulsos del corazón y no permitieron a la central electrónica que se llama cerebro, el procesamiento de toda la información para dar soluciones que por fuerza mayor tenían que someterse al buen juicio y al razonamiento equilibrado, donde la  honestidad debe ser el combustible que mueva sus motores e impulse sus acciones.

Quien promueve la violencia, tiene pequeñez de espíritu, mente cerrada, corazón entenebrecido y conciencia cauterizada, no dan lugar al uso de recursos incuantificables  que están en la prodigiosa mente y que el cerebro quiere canalizar para que la sabiduría sea nuestra consejera y eliminemos por completo el odio que carcome la entrañas y devora los atributos  de grandeza que fueron implantados por Nuestro Creador.

Por el pastor: Fernando Zuleta V.











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