La violencia como camino a la paz
es un contrasentido, hacer guerra para obtener
paz es una antítesis, recurrir al caos para traer organización es
antagonismo, los psicólogos lo llaman trastorno bipolar, partiendo de
contradicciones tan enormes entre los pensamientos, las ideas y las acciones
para lograr propósitos y conseguir un fin nos damos cuenta de lo disímil que es
la cosmovisión de las personas y para ponerle un toque de humor, “pienso que es
más fácil acomodar una docena de
monos que posen para una fotografía, que poner de acuerdo a
las personas”.
Definitivamente nunca se podrá
lograr que todos queden satisfechos con los acuerdos pero al menos, que todos
se beneficien de ellos y aunque haya objeciones, malas interpretaciones e inconformismo,
ninguna de estas situaciones debe ser óbice para impedir que las relaciones se materialicen y se llegue al entendimiento.
“No hay camino a la paz, la paz
es el camino” palabras del gran Gandhi, que son marco de referencia para todo
el que quiera obtener y ganar la paz, él y sus seguidores usando la resistencia
pacífica lograron vencer un imperio. La violencia crea los vallados de odio y
resentimiento en los corazones, levanta las murallas de la amargura de ánimo en
la vida y pone los cerrojos de la venganza en las personas. Ella arrastra una
estela de sabores astringentes, que con su resequedad no dejan degustar al
paladar ninguna de las viandas que ofrece el variado menú de la quietud y armonía.
No podemos imponer la paz con el
traqueteo de armas mortíferas, ni con la devastación y el aniquilamiento del
adversario, la violencia es el resultado de la ira mal enfocada y accionada de
una manera descontrolada, habrá muchas explicaciones para actuar sin cordura e
impulsivamente, pero por lo general todo acto visceral trae resultados desastrosos,
por el hecho de obedecer al corazón y no dejar el control de sus impulsos a la
materia gris, todos los diez sistemas que componen el formidable cuerpo humano están
supeditados a la central de mando que se llama cerebro, pero por razones que
desconozco se puedo resistir y contravenir
para hacer lo que él no aprobaría y ni es de su agrado, cuando el no
funciona correctamente o es ignorado tendenciosamente los resultados son simplemente
catastróficos.
El lamento es lo más común en los
que actuaron sin medir las consecuencias, porque sus acciones obedecieron a los
impulsos del corazón y no permitieron a la central electrónica que se llama
cerebro, el procesamiento de toda la información para dar soluciones que por
fuerza mayor tenían que someterse al buen juicio y al razonamiento equilibrado,
donde la honestidad debe ser el
combustible que mueva sus motores e impulse sus acciones.
Quien promueve la violencia,
tiene pequeñez de espíritu, mente cerrada, corazón entenebrecido y conciencia
cauterizada, no dan lugar al uso de recursos incuantificables que están en la prodigiosa mente y que el
cerebro quiere canalizar para que la sabiduría sea nuestra consejera y
eliminemos por completo el odio que carcome la entrañas y devora los atributos de grandeza que fueron implantados por Nuestro
Creador.
Por el pastor: Fernando Zuleta V.
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