Es algo que llena de asombro, de dolor, de impotencia, de angustia a todos los que de una u otra manera conocemos la brutalidad de lo que acontece en los penales venezolanos y un cúmulo de amargas sensaciones que se traducen en un rictus de desesperación en los labios agrietados y resecos por la cantidad de tiempo expuestos a los vaivenes de este clima tropical, que con ojos soñolientos semi-cerrados que muestran la huella del cansancio acumulado de días de agonía y zozobra inmisericorde, sufren, están expectantes, en carne propia sienten la terrible desazón que causa la incertidumbre de una espera que parece que nunca va a terminar, es una vigilia llena de sobresaltos por los seres queridos que están tras los pesados y duros barrotes de las mazmorras en que se han convertido las prisiones venezolanas, sin tener conocimiento del destino que han corrido, sin saber que ha sucedido con sus familiares o amigos, engullidos por las tenebrosas fauces de ese monstruo sin misericordia y sin piedad, que se levanta inexpugnable e impenetrable llamado cárcel y del que solo salen quejidos del mas intenso dolor de los que son objeto de la barbarie imperante en tan cruel e inhumano lugar anegado de pavor indescriptible, producidos en enfrentamientos internos por el control y la supremacía del lugar o por acciones de la guardia nacional encargados de la custodia de los recintos carcelarios, los cuales parecen que fueron entrenados para odiar, despreciar y tener como escoria a todo aquel que tiene la desgracia de ser un reo, al juzgar con la saña y la maledicencia con que arremeten contra los reclusos cada vez que tienen que intervenir, no creo que hallan pasado por el curso mas elemental sobre relaciones humanas, materia que debiera ser requisito indispensable para todos los responsables de prestar servicio en estos establecimientos.
El sonido atormentador de disparos en distintas latitudes y con marcadas características determinan las diferentes
armas que los ejecutan, rompen el silencio auto-impuesto, aumentando cada momento el pánico que inca como un aguijón sobre la naturaleza humana, añadiéndose a esto el ulular de sirenas y el rechinar de vehículos que paran en seco su frenética carrera, trayendo mas tormento a quienes están a la espera de conocer el destino aciago de sus seres amados, enclaustrados en el infierno en la tierra que son estos espantosos reclusorios venezolano.
Venezuela entera debería estar lamentando y llorando por el oprobio del que son objeto los hijos de un sistema carcelario que no tiene nada que envidiarle a los horrendos campos de concentración nazi, es inadmisible que tragedia de tan dantesca proporciones se vea y se trate como cosa común y corriente, ¿acaso perdimos todo vestigio de humanidad? ¿Será que hemos llegado a ser tan insensibles que nada nos conmueve ante el dolor y la tragedia agena? ¿Llegamos a un extremo donde el egoísmo dio paso a la megalomanía y nadie nos importa nada en absoluto? ¿Hemos llegado a la fatal conclusión de que nadie nos ama por lo tanto no amamos a nadie?
Si esto es en lo que nos hemos convertido, somos los más dignos de conmiseración, porque "cuando el ser humano pierde el afecto fraternal se convierte en la bestia más cruel y despiadada de todas las que puedan existir".
¿A quien culpamos de tanta miseria humana, al imperio, a los ricos, a cincuenta y dos años (52) de democracia o como es común y corriente, nos mandaran a preguntarle a la mona de tarzan, porque de seguro recibiremos las explicaciones mas inverosímiles, que justifiquen lo injustificable, los cuentos de camino mas trillados, las razones mas manidas, pero ninguna de ellas creíble y sensata.
Ni Ripley con todas sus peculiaridades y rarezas aceptaría cuentos tan quiméricos, pero nosotros podemos estar tranquilos, porque somos el país de la utopía del siglo xxi y eso debe de llenarnos de orgullo patriótico y revolucionario.
Todos nos preguntamos sorprendidos ingratamente ¿còmo es que se consiguen armas de guerra sofisticadas de largo y corto alcance, drogas al por mayor, equipos comunicacionales de tecnología de punta, sonidos como para hacer guerra de minitecas, municiones en cantidades alarmantes, dinero en tanta abundancia,etc. etc.en un lugar rodeado por muros infranqueables, custodiado día y noche por cientos de abnegados guardias nacionales, sabiendo que es imposible que los visitantes puedan introducir cualquiera de los productos vedados por las autoridades, debido al celo extremo como son controlados y pesquisados por los encargados de la vigilancia y el control penal?
¿Sera que existe alguna manera de revertir este oprobio y quitar esta mancha que ha marcado tan indignamente el gentilicio venezolano? personalmente no se si estos macabros acontecimientos se dan en otros lugares de la tierra, me temo que en esta magnitud y desproporción solo es posible en el país que despunta como la octava maravilla del mundo, por sus excepcionales métodos de hacer, ver y entender los sucesos, tanto por el gobierno como por los que somos gobernados,.¿Quien es culpable?, cuando se mire en el espejo, si es que el vidrio puede resistir sin hacerse pedazos, allí vera la imagen del culpable.
Por el pastor : Fernando Zuleta V.