miércoles, 4 de julio de 2012

LA TURBULENCIA DEL ALMA




 


Vivimos, estamos aquí en nuestro gran mundo, pensamos porque vivimos, según el postulado de Descartes: pienso luego existo,  se refiere exclusivamente a los seres humanos, porque otra clase de organismos vivos existen sin necesidad de pensar, sin hacer valoración, sin buscar la causa de su existencia, eso solo es prerrogativa del hombre hecho a imagen y semejanza de Dios. El hombre tiene una capacidad muy superior a los demás seres terrenales: el intelecto; ese solo detalle lo diferencia enormemente de toda la demás creación de Dios, que puede usar para ser el primero o el ultimo, que lo puede catapultar a las cimas más elevadas o hacerlo descender las simas más profundas, las demás criaturas tienen un estándar de vida que el único que tiene la capacidad de alterar o es Dios o es el hombre, por la sencilla razón que Dios es soberano y el hombre porque recibió de Él, el atributo transmisible de la sabiduría, que en la medida que mas intimamos con El, mas se ensancha y aumenta.



El mustango o caballo salvaje de las praderas americanas, vive en su hábitat natural, se comporta cumpliendo patrones predeterminados por el que lo  creo   , pero incapaz de cambiarlos o alterarlos, el hombre interviene, lo domina, lo somete y lo doma y le altera su comportamiento, le hace un establo, le provee alimentos con otros nutrientes y lo habitúa a otro comportamiento y ¿­por qué?, simplemente porque fue autorizado por su Hacedor, cuando le dijo: hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra y en todo animal que se arrastra sobre la tierra.(Gen 1. 26.)



Un deseo aliena la conducta del hombre y lo lleva elucubrar los mas disimiles pensamientos a cerca de su origen, por la absurda idea de conseguir explicaciones que considera lógicas y ajustadas a lo científico, capaces de comprender con su inquisidora mente, el universo y todo cuanto existe; bueno, es cierto que Dios lo autorizo y le transfirió atributos para ampliar su conocimiento, pero la problemática surge cuando quiere saber todo sin tener en cuenta a su Hacedor, todo acontece por la tendencia de excluir de sus planes al omnipotente Dios, si Dios lo sabe todo, no sería más fácil y menos oneroso ser amigo de Él, para que de esa forma nos de la información que necesitamos conocer y marchemos juntos en las conquistas y objetivos deseados.




Esta fórmula de actuar en soledad, nunca ha traído los  resultados deseados o esperados, porque es una aventura hacia lo desconocido sin tener un guía en el camino donde hay toda clase de peligros que ni conocemos, ni sabemos vencer o sortear y menos  los sitos donde están asechando listos para destruirnos. Sería más o menos como intentar cruzar el Atlántico a nado sin asistencia de ninguna especie, dejando a un lado los modernos sistemas de transporte, que en horas nos llevarían a la otra orilla, para ¿comprobar qué? ¿Quién que intente semejante desatino seria catalogado de cuerdo?, pero en la turbulencia que se agita dentro de su ser, el hombre intenta todos los días avanzar por vías más peligrosas que ese inmenso océano solo y sin brújula que lo oriente y lo conduzca a buen puerto. Sería bueno tener siempre presente la sentencia divina: sin mi nada podéis hacer.


Por el pastor: Fernando Zuleta V.





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