lunes, 7 de noviembre de 2016

¿CUANTO NOS DUELEN LOS MUERTOS?


Un parcelero que se negó a pagarles vacuna a unos delincuentes fue asesinado, junto a su hijo y un trabajador. El triple homicidio ocurrió en el sector Los Olivos, detrás del urbanismo Betania Plaza, en Ocumare del Tuy, municipio Tomás Lander del estado Miranda. (así inicia el pitazo esta crónica negra)

Mi familia completa estuvo en ese lugar con un proyecto  de vida que antes de 2 años se abandono, terminando abruptamente con los sueños de nuestro hijo mayor, recién egresado de UNERG, 

Comenzó estrenando su flamante titulo de ingeniero agrónomo junto a otro colega y un emprendedor sociólogo cubano que cambio su carrera por las bondades del campo; con grandes esfuerzos adquirimos algunas hectáreas, no comprándolas, sino sino pagando a los que tenían control sobre ellas el derecho a trabajarlas, se invirtieron recursos con sacrificio pero con la esperanza del sembrador: recoger el fruto después del arduo trabajo y la espera necesaria.

Antes de que madurara la cosecha hicieron su aparición los depredadores de oficio y los vándalos sin oficio y dejando solo los rastros de la infamia, arrasando cuanto encontraron a su paso, fue tan poco lo que se pudo rescatar que no cubría ni el costo de la semilla.

Se comenso de nuevo, se renovaron los bríos  renaciendo la esperanza y cuando estaba en su esplendor aquel magnifico sembradío hicieron su irrupción los amos del valle, haciendo demandas monetarias impagables por su desmesurado valor, amparados por  pistolas niqueladas que al pegarle el sol destellaban la  ominosa premonición del sello de la muerte en todos aquellos que resistan las pretensiones de sus portadores degradados y perturbados asta el extremo de ponerle precio a la vida que no les pertenece por razones inexistentes carentes de toda lógica y sentido común.

En dialogo con nuestro hijo le hicimos entender el peligro inminente de seguir en el lugar y decimos abandonar todo plan, ahora solo quedan los sueños hechos pedazos, pero gracias a Dios y a su misericordia la vida integra y la familia completa.

Ahora los proyectos se inician de nuevo, en diferentes condiciones y en otras latitudes.En esta amada Venezuela el campo es mas peligroso que las urbes, porque la soledad, el distanciamiento y la invisibilidad de los campesinos se convierten en cómplices del pillaje que avanza como un cáncer que ha hecho metástasis sin freno ni control el la ruralia venezolana.

¿A quien le duelen los muertos producto de esta descomposición social? a los vecinos que lo lamentan, a los familiares que sufren su perdida irreparable, pero no a una sociedad indolente sin empatia por el prójimo y menos a un gobierno que ocupa todo su tiempo, energía y recursos de toda índole en mantenerse a flote en su balsa salvavidas mientras el barco se hunde en las profundidades abismales de este mar en tempestad en que ha convertido nuestro amado país.

Mi hijo lo resumió diciendo: pudiera haber sido yo, cuando conoció la infausta noticia, porque colindamos con los que fueron vilmente asesinados.

¿Que nos queda? orar por los que sufren el dolor de la ausencia de sus seres queridos y confiar en Dios y en que su misericordia nos alcance a todos.

Por el pastor: Fernando Zuleta V





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