No le digas al caído ¡ levanté! extiende la mano y fuerzalo a que se levante, muchos dudaran que son capaces de volver a ponerse en pie, pero el animo y apoyo de otro lo hará sacar fuerzas de flaqueza que son las reservas desconocidas por la mayoría de los mortales, nadie sabe de lo que es capaz hasta no verse confrontado con los desafíos que le impone la vida, con toda seguridad ninguna persona siendo ecuánime y equilibrada buscara estar en situaciones de alto riesgo y menos si los tales casos le proporcionaran dolor, aquí no es necesario buscar o elegir las circunstancias difíciles, ellas llegaran aunque no sean deseadas o invitadas.
Muchos planes se hacen para el futuro y se usan los sistemas de contingencia por si algo no se da como se espera, se anticipan posibles eventualidades y aun se diseñan los B y C, por si falla o es imposible de finiquitarse el A. pero como tenemos la limitación de no poder controlar los eventos por venir, no hay seguridad ni completa certeza de lograr todo lo que diseñamos para el futuro, estas situaciones se parecen mucho al hombre que antes de casarse oraba para que la mujer que eligiera por compañera no le fuera infiel, pero agregaba que si le salia infiel, estaba satisfecho con que el jamas supiera la tan desagradable verdad y entonces a continuación añadía, que si le salia infiel y el conociera el hecho eso no lo afectara.
Lo que se hace necesario no es acomodarnos a las contingencias impredecibles o imposibles de anticipar, sino tener el talante y el carácter para superarlas sin que menoscaben ni la integridad, ni la dignidad, no podemos ser temerarios hasta el punto de poner en juego la vida por conquistas personales, ni tampoco caer en la abyección de someternos a caprichos ajenos para lograr sobrevivir.
Los seres humanos fuimos diseñados para ayudarnos mutuamente y de esa manera tener todo lo necesario para superar todas las deficiencias personales y las dificultades que se presentan en el día a día, lo que sucede es que contradecimos las reglas naturales y divinas y nos inclinamos a ser auto-suficientes y egoístas y así es imposible que hagamos las grandes conquistas, porque actuamos divididos y las fuerzas divididas no son capaz de lograr victorias, pero si vivir en continua derrota.
Si hiciéramos planes pensando en el beneficio de los que nos rodean y todos apuntaran a buscar el bien de los demás, no solo hubiéramos conquistado la tierra sino también el universo. El afán de gloria personal anula los sentidos, el deseo de reconocimiento individual destruye la sensibilidad y la amalgama de estas debilidades crean al hombre egocentrista incapaz de darle reconocimiento a otros, ni crédito al aporte que los demás hagan. Si quieres triunfar apóyate en individuos que compartan tu visión y den reconocimiento a tus habilidades y capacidades, pero sobretodo en el único que no tendrá en cuenta tus fracasos y deficiencias y se llama: JESUCRISTO.
Por el pastor: Fernando Zuleta V.
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