Analizando la conducta de los políticos encuentro un patrón en su comportamiento con pequeñas variantes.
El que esta en la cima nunca quiere descender.
El que tiene el poder jamas lo quiere abandonar.
Los cambios no son aceptados, al menos que no allá alternativa.
Nadie que no piense igual merece ser escuchado.
Todo el que los contradiga es enemigo.
Ideas diferentes a las de ellos no sirven.
Los que adversa sus planteamientos son ignorantes.
Nada supera lo que hacen.
No existe alguien capaz de reemplazarlos.
Al éxito no hay otro camino que el que ellos trazan.
Mentir es la norma para alcanzar objetivos.
Engañar forma parte del bagaje cultural de todos ellos.
Descalificar al oponente es mas importante que tener méritos.
Los fracasos son de los contrarios.
Los triunfos son propios.
Quien no este de acuerdo con sus propuestas es enemigo de la patria
Quienes son antagonistas están aliados para destruirlos.
Todo el que manifieste inconformismo con el sistema forma parte de grupos sediciosos.
Ven enemigos en cualquiera sea la manifestación espontanea que reclame sus derechos.
Todos los que los siguen son los buenos, los que no lo hagan son los malos.
Quien los defiende son correctos, los que no lo hacen son corruptos.
El gobierno es trasparente, la oposición es truculenta.
finalmente, se creen bendecidos por Dios y los contrarios por busiraco.
Los políticos honestos son rara avis (ave desconocida y rara), la mayoría son embaucadores y en buen regionalismo coreano encalambucadores, son procaces, farsantes, demagogos profesionales, arteros y despiadados, persiguen sus objetivos sin tener en cuenta daños a terceros, para ellos la meta es el poder y para lograrlo recurren al ventagismo de cualquiera índole, no les importa los mecanismos, les interesa los resultados.
Por el pastor: Fernando Zuleta Vallejo.
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