sábado, 28 de septiembre de 2013

VENEZUELA TIERRA DE GRACIA



Crecí escuchando las historias de nuestros libertadores y a veces se hacían muy intima, mis abuelos maternos me aseguraron que conocieron una matrona que le sirvió al padre de la patria simón Bolívar, démonos la idea de cómo podría volar mi imaginación acercándome vívidamente a estos hechos transcendentales de este pasado inmediato, lo mas resaltante de todo esto eran las anécdotas que oía permanentemente en relación con el  libertador sobre sus hazañas sobresalientes y dificultades extremas.

Para todos los colombianos Simón Bolívar es tan nuestro como el río Magdalena que recorre al país de sur a norte y su nacimiento en Caracas es solo un accidente geográfico, nunca discutimos su nacionalidad, por no ser un ciudadano común, sino uno universal porque sus logros no se equiparan con nada en la historia de la humanidad, exceptuando por supuesto la obra redentora de Jesucristo que no tiene parangón ni comparación con nada realizado por hombre alguno.

Por medio de la geografía y la historia conocí a Venezuela antes de hacerlo físicamente, jamás había tenido el honor de ver un patriota en persona, como cariñosamente les llamamos a los venezolanos en Colombia, palabra  que enaltece y dignifica el gentilicio venezolano recordándonos que fueron el eje fundamental para la gesta emancipadora de los pueblos de América.

Cuando rondaba los veinte el virus aventurero me impulso haciéndome pasar las fronteras políticas-territoriales y dirigiéndome de Cúcuta a Puerto Santander inicie la gran aventura de mi vida, conocer la tierra del gran libertador y abordando una canoa y por cinco bolívares de aquella época remontamos la corriente del río por unos cuantos metros hasta alcanzar la orilla opuesta, de allí en adelante los mismos compatriotas me indicaban cual era la pica que tenía que agarrar, donde había una alcabala que tenía que evadir y cuales potenciales peligros tenía que sortear, nunca encontré un malintencionado que me indicara caminos equivocados o procediera con afrentas contra mí y después de más de cuarenta años de compartir y vivir en medio de un pueblo verdaderamente hermano jamás he sido víctima de xenofobia, ni discriminación de ninguna naturaleza.

Tengo las mejores referencias y el mayor respecto por esta patria grande, inmensa por sus gentes, llena del colorido de su exuberante naturaleza y poblada por individuos de noble alcurnia, no por ser herederos de títulos de la nobleza, sino por ser portadores de una de las más grandes cualidades que dan brillo al gran gentilicio venezolano, como es su especial y maravillosa hospitalidad.

Durante todo el tiempo compartido he sido uno más de su entorno y en esta estrecha relación nunca se ha tenido en discusión mi origen  y cuando alguien se ha referido por alguna razón a mi procedencia invariablemente ha sido para un elogio o halago.

Si algo tengo que decir de Venezuela, es que es un país extraordinario y si algo tengo que decir de los venezolanos es que son gente fuera de serie, que se brindan por entero y te adoptan como tu familia con todos los beneficios incluidos ¡salve Venezuela eres una nación única! La bendición de Altísimo esta sobre ti.

Por el pastor: Fernando Zuleta V.















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