Son manto refinado de hilo azabache que cubren mis heridas,
Son velo impenetrable que oculta todas mis cicatrices,
Son capa imperneable al tiempo que me arropa,
La dencidad de su portentosa sombra oculta mis debilidades,
Ellos no dejan ver las huellas en el alma,
Marcas indelebles, esculpidas con punta de diamante,
Que jamas podran ser borradas por humano alguno,
Porque tienen la impronta de la perdurabilidad eterna,
Han sido recibidas en los fieros combates por la vida,
Ellos ocultan ante lo inquisidores ojos
La intimidad profunda,
Conocida solo por el ser y la omnisciencia del ALTÍSIMO SEÑOR.
Son testigos mudos de cada paso en el derrotero terrenal,
Y jamas testigos ante ningun tribunal, ni para bien ni para mal.
Son acompañantes sin ser vistos jamas y fieles hasta el final,
No se adelantan,ni se atrasan andan siempre al compás,
Permanecen impolutos, nada los degrada en su sereno andar,
Me cobijan en las tormentosas noches del gelido frio invernal,
Su sombre me permite caminar por el horrido desierto de nubia mortal,
Por eso son mis amigos en este duro trasegar,
No son delatores ni del bien ni del mal,
Son solo compañeros,
Que solo estan conmigo en el camino hasta el final.
Por el pastor: Fernando Zuleta vallejo.
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