Las maquinas jamás conquistaran el mundo,
por las mismas razones que nunca lo hará el hombre: a ellas les
falta la inteligencia natural del hombre y este la sabiduría sobrenatural de
Dios.
La idea de que las maquinas gobernaran el mundo, son el resultado del
ateísmo, porque solo aquel que niega la existencia de Dios podrá albergar tan
oscuros pensamientos, que han dado origen a
la evolución y con ella quieren
sacar de escena a Dios, determinando que el origen de la vida es producto del
azar y que somos descendientes directos
de los gusarapos, si somos un bicho evolucionado, no hay razón para no creer
que un día las maquinas tendrán alma, pensaran por sí mismas y determinaran sus
propias normas de sobre-vivencia y así como el hombre rechaza su origen y ha
establecido su propio código de conducta, es de suponer que los robots harán lo
mismo y desconociendo su origen y negando su paternidad, se revelaran contra su
creador y lo borraran de su existencia.
Las maquinas son creadas por mentes finitas,
esto las hace herederas de todas las carencias humanas, de esa manera exhibirán
todos los defectos de su creador y la
incapacidad total de independencia.
La inteligencia artificial, es una buena definición para todo aquello creado por el hombre que sea capaz de realizar
algunas tareas de la mente humana, específicamente pensar, algo carente de toda
lógica, porque pensar es un atributo transferible de Dios dado al hombre para que pueda ser creativo, pero jamás puede usarlo a discreción
y darlo a quien le plazca.
La idea desde que se inició la cibernética, de
que se llegara el momento en que los robots superaran a su creador llegando a
tener control del mundo, aniquilando la raza humana, o esclavizándola, es
natural, por el simple hecho de que no sabemos hasta donde nos pueda llevar el
desarrollo de esta novísima tecnología,
por la imposibilidad de conocer el futuro, entonces surgen las teorías y se da
lugar a las especulaciones, ambas sin base legal al no estar sustentadas en verdades
absolutas.
La incertidumbre del ser humano está ligada
íntimamente a vivir condicionado por las circunstancias y a la carencia de
certeza total, de lo que pasara después. Cuando sabemos con seguridad las cosas, no pueden existir los nubarrones
de la inseguridad que empañen la visión de ese conocimiento, el problema surge
cuando no hay certeza y de abre el
amplio abanico de las posibilidades, entonces llegan en tropel todos los
demonios de la duda a señalar cada una de las vías del amplio radio que ocupa
el delta, indicando que no hay seguridad por cuál de los canales es que se debe navegar para continuar con la travesía.
Cuando no conocemos las bifurcaciones del camino y por cual de ellas hay que andar, lo
más seguro es tomar la ruta equivocada, porque se trata de un acertijo y por
regla general todo lo que se decide al azar, no da un resultado concreto.
Las especulaciones son uno de los tantos
intentos de la mente por conseguir
respuestas a lo que no puede determinar con seguridad y entonces cae en
el amplio mundo de lo hipotético, donde se va a los extremos de que todo puede
suceder o nada puede pasar. Este tipo de
antagonismos es lo cotidiano, porque son parte del mundo real donde vivimos y
forman nuestra humana naturaleza que siempre está caminando por las bifurcaciones de la vida,
experimentando los polos opuestos en cada paso, sintiendo frió y después calor, aparece la luz del sol y
la oscuridad de la noche, se va el optimista y aparece el pesimista, así se
nace y se muere. Por todos lados hay dualidad, y antagonismos ¿y
quién escapa? Solo el que este en las manos de Dios, en el cual no existen ni
los vaivenes, ni las variaciones naturales de la humanidad, porque Él es el
compendio de la perfección absoluta.
Por el pastor: Fernando Zuleta V.
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