Comencemos por comprender que la responsabilidad social es una cuestión de sensibilidad y de conciencia, entendiéndose como la ley moral que hay dentro de cada a individuo y que no tiene que ver con raza, religión, color, cultura, clase, sexo o edad, sino con la dignidad intrínseca la cual debe ser respetada y servida y no explotada.
El hombre en su esencia pura es
interdependiente y necesita el apoyo de todos para suplir sus necesidades
básicas, cada individuo complementa al otro, de allí lo variopinto de sus
capacidades y lo diverso de sus inclinaciones en las artes y oficios, como
la elección entre las multiformes ramas de la ciencia, del conocimiento y del
saber.
No hay un ser humano que pueda
sobrevivir sin el cuidado y la protección de otros, de allí surge la vocación
de la responsabilidad social, es producto directo de la necesidad de la
supervivencia, por no entender que nos necesitamos unos a otros, es que ha
surgido el mito de las razas superiores, la estigmatización de los pueblos y la
xenofobia como bagaje cultural de todos aquellos que se creen destinados por la
providencia para estar por encima de los demás.
La esclavitud siempre ha tenido
allí el terreno más fértil para su práctica brutal y abyecta. Siempre ha
sido una demostración oprobiosa de clara superioridad, desde
tiempos antiquísimos, el vencedor somete al vencido y lo reduce a la más
mínima expresión como ser humano.
Hoy con la evolución, con los
cambios y el avance de las ciencias sociales, aunque hay pocos reductos donde
se practica literalmente, no se ha erradicado en su totalidad a nivel orbital,
pero ha sufrido metamorfosis en todo el ámbito mundial, variando en estilo y
concepción, mutando como los más letales virus de que se tenga conocimiento,
pero sigue siendo esclavitud, que va desde la sexual, hasta los vicios más
nocivos o las adicciones más perversas, en la ultra-moderna sociedad
contemporánea.
Ante este cúmulo de diversas
tendencias a tan degradante practica,
¿Nos mostraremos indiferentes sin hacer
ninguna contribución a buscar soluciones? Cada ser humano es igual a nosotros.
¿No debería interesarnos y en cuanto dependa de nosotros ayudarlos a vencer en
los avatares de la vida? ¿Cerraremos los ojos para no ver la necesidad del
compañero, nos taparemos los oídos para no escuchar el lamento y la
desgracia ajena?
Todo hombre necesita ser
ayudado cuando las circunstancias lo exigen, muy pocos tienen inclinaciones
suicidas para rechazar la ayuda, porque todo hombre que se encuentra en
la encrucijada de vivir o morir, siempre optara por vivir y la
diferencia entre una y otra cosa puede ser nuestra ayuda.
Por convicción,
por condescendencia, por necesidad o por vocación la
responsabilidad social es inherente a todos los humanos, solamente que en un
mundo cada día mas apático y excluyente, remplazado por las
maquinas se ha hecho igual a ellas, insensibles ante la necesidad y el dolor
ajeno.
La idea tan vendida y
generalizada de la auto-dependencia en estos tiempos ha influenciado negativamente
en la conciencia, ocasionando un deterioro muy marcado en las normas de
convivencia social, que a su vez ha dado paso a la imperceptible pero
cada día más abrumadora indiferencia con nuestros semejantes.
Reduciéndolo a un plano
universitario, sin que podamos aminorar las consecuencias derivadas
tenemos: La responsabilidad social a nivel universitario va con el compañero
de aula, hasta con todos los estamentos sociales y su entorno.
El universitario debe ser
la conciencia de las masas y su accionar no puede circunscribirse
al ámbito netamente
del claustro universitario, así lo han entendido muy bien
los que han querido propulsar cambios radicales en la sociedad, por lo
avasallante de su fuerza ideológica, por el empuje que genera tan enorme
masa en movimiento, por el poder de su juventud y por desenfado con que
acometen los desafíos.
Un pueblo sin responsabilidad
social es una deformación y desvirtuación de la realidad colectiva.
Un hombre sin responsabilidad social es un adefesio en las entrañas
de la sociedad, un universitario sin responsabilidad social es un adlátere de
la mala praxis de los corruptos.
El universitario no puede
excluirse ni desenfocarse de los sucesos en curso de los que irremediablemente
le toca ser protagonista y si no contribuye hoy a obtener las victorias y los
cambios sociales, mañana será la víctima directa, por negarse a ser parte
activa de las transformaciones del momento, arrastrando las consecuencias de la
impasividad y la lenidad con que actúa en el presente.
Por el pastor: Fernando Zuleta
V.
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