martes, 1 de octubre de 2013

LAS DIFICULTADES DE LA RESTAURACIÓN



Una vida hecha pedazos es más, es difícil de recomponer que unir los cientos de pedazos de un Boeing 777 que ha caído de treinta y cinco mil pies de altura, dejando una estela de varios kilómetros de desechos esparcidos a lo largo y ancho en su vertiginosa caída.

¿Por qué es tarea tan compleja restaurar una persona?
Sin lugar a dudas la causa que ocupa el primer lugar es porque es un individuo y como tal tiene su propia cosmovisión; su especial versión de los hechos; la valoración particular de los sucesos; la interpretación personal de las circunstancias y la calificación de cada situación vivida, además se agrega a eso su sensibilidad, su percepción  su intuición y la capacidad de lidiar con cosas inesperadas y jamás presupuestadas en su vida
.
La otra cosa que surge como una verdadera montaña en el intrincado camino de la restauración, es ser de la idea casi general de que no soy merecedor de ser el protagonista directo de una prueba tan terrible en la que me encuentro inmerso y la ineludible pregunta siempre es ¿Por qué me pasa esto a mí? En esta coyuntura es donde hay que llevar a la persona a ver el problema como un medio para que adquiera carácter y madurez espiritual; cuando logramos que acepte la dificultad como mecanismo para superar sus propias carencias y debilidades, hemos recorrido la mitad del camino para restaurar al individuo.

Si tomamos las malas experiencias, como enseñanzas practicas y viendo en ellas la oportunidad de superación, nunca cuestionaríamos las dificultades, sino que las consideraríamos como aliados, aunque no deseados, pero inevitables en el camino por donde nos toca transitar.

A mí me encanta la frase “eso solo me pasa a mí y al pato Lucas” por la razón de que al menos se está considerando que hay alguien más que se encuentra con las mismas dificultades y aunque ese alguien sea de ficción, es una admisión  que no está solo en lo paupérrimo de la insólita situación que está viviendo; siempre recuerde, el pato Lucas lo está acompañando sea cualquiera la ruta que este recorriendo.

En tercer lugar están las heridas infringidas en el combate que le toco librar sin sanar y ellas se abren cada vez que el recuerdo amargo de disputas pasadas viene a la memoria, por lo cual se tiene que echar bálsamo sobre ellas para suavizarlas y gran cantidad de antisépticos para que sanen desde el fondo y evitar que solo cicatricen externamente conservando toda la putrefacción interna, en términos coloquiales esa forma de sanidad se llama incordio, porque por fuera se ve sana, pero si llega sufrir por leve que sea un golpe el dolor es insoportable, por dentro esta la carne corrompida y llena de pus y un tejido en esas condiciones produce horrorosos dolores al menor contacto que se tenga con él.

La otra situación que atenta contra la restauración es la falsa idea que es imposible superar el trauma causado y tomando la vía del pesimismo, lo convertimos en despiadado fatalismo,  llegando a la nefasta conclusión de que nacimos para ser perdedores y nos agarramos del adagio popular que “algunos nacen con estrella y otros estrellados,” así allanamos el sendero a todo lo negativo y damos voces de llamado a que nos acompañe la miseria y la infelicidad.

También surge como un poderoso gigante, el denigrante pensamiento de que no vale la pena hacer frente a las contingencias presentes y nos ácimos de otro refrán popular “hay que dejarle eso al tiempo, porque el cura todas las heridas”, creo que eso es posible si se llega sufrir alzheimer o la deplorable situación de demencia senil o cualquiera enfermedad que anule la capacidad de recordar o rompa el equilibrio mental, pero mientras el cerebro funcione y haya neuronas, el tiempo no va ser nuestro mejor aliado para sanar heridas del alma y del espíritu. No hay peor manera de enfrentar una enfermedad que declarar que nos ha vencido y entregarnos a su capricho sin pelear contra ella. Dejar que las cosas continúen su marcha y esperar que el azar sea quien decida por nosotros, es renunciar a ser persona o individuos con capacidad sobrada de cambiar el rumbo de los acontecimientos. No podemos ser vencidos por los vaivenes caprichosos de las circunstancias, sino vencedores en todas las que se presente, no fuiste creado para ser derrotado sino para ser más que vencedor.

Hasta aquí hemos hablado de lo que atenta contra la restauración, en el próximo post, lo haremos de lo positivo y de los mecanismos para conseguirla.

Por el pastor: Fernando Zuleta V.










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