lunes, 30 de enero de 2012

LA CONFRONTACION

  


Es un enfrentamiento abierto de individuos con ideas opuestas que tiene como finalidad dirimir superioridad usando la dialéctica como mecanismo argumentativo para vencer al contrincante, porque sobretodo es teórica, pero debido a la pérdida del respecto y la consideración mutua, ha desencadenado los sentimientos más reprimidos del ser humano, dándole salida a la acumulación de resentimiento que por razones diversas a estado guardado en lo profundo del corazón, es como un mítico genio atrapado en una botella durante tiempo indefinido y al fin logra la libertad. Esto ha originado que se diga del otro lo que se piensa o simplemente se imagina tomando la ruta equivocada de conseguir el objetivo sin importar los medios.

El problema no es tener ideas diferentes, sino creer que las nuestras son las mejores y que ninguna otra vale la pena siquiera considerar, por lo cual tratamos de hacer las cosas a "troche y moche" y esa actitud es la que lleva a los individuos a ser tan férreos defensores de sus ideales, que no importa como se logre implementar siempre y cuando se haga como se desee.  Esa es la ruta del despotismo, por donde transitan los dictadores, que al no tener la posibilidad de imponer sus convicciones por métodos ortodoxos, no dudan ni vacilan para implantarlos por la fuerza de la coacción, infiltración o por el poder de las armas. El chantaje aparece como aliado incondicional para alcanzar objetivos, la mentira como argumento letal, la manipulación como propulsora ideal y el miedo como mecanismo para hacer maleable la conciencia de las personas llevándolas a la dependencia y obediencia ciega a lo que se quiere, de esa manera los convertimos en adláteres incondicionales hasta desarrollar el síndrome de Estocolmo haciéndolos aliados para que defiendan los postulados que se proponen a ultranza, muchas veces sin que entiendan su significado o las razones por las que se hacen.

La confrontación en nuestros tiempos y en los escenarios en que se desenvuelve ha llegado a los límites de la tolerancia y respeto mutuo donde los términos usados son para descalificar al contrincante y no para superarlo con elementos convincentes e ideas relevantes, esto ha ocacionado una turbulencia que amenaza en convertirse en devastador huracán tipo cinco, sino se vuelve al comedimiento y la sindéresis.

Da pena ajena escuchar a los antagonistas en cualquiera sea el escenario en que confrontan sus ideas, los ataques son tan mordaces, punzantes y arteros que más bien parecen caníbales que se quieren comer unos a otros, que personas pensantes, que tienen el don de la palabra y la razón para dirimir con altura sus controversias. Esto estimula en un mundo tan competitivo y en constante lucha por la supervivencia al odio y el resentimiento, se espolean los sentidos haciendo aparición la violencia como respuesta motora a la incitación permanente a la barbarie.

Es increíble como se promueve sentimientos tan bajos y degradantes como el odio entre las clases, solo por el hecho de que hay diferencias sociales, religiosas o políticas, en este último aspecto se ha vendido la falsa premisa que pertenecer a determinado grupo político es sinónimo de estatura moral o de individuo incorruptible, cuando la política siempre ha sido el mecanismo más pervertido de la historia de la humanidad para controlar y subyugar los pueblos y naciones.

No encontraremos el camino de la comprensión andando por el atajo del menosprecio por las ideas de los demás, los seres humanos tenemos una enorme diferencia con las bestias, pues estamos equipados del razonamiento, capacidad exclusiva que hemos recibido del Supremo Creador, nunca conseguiremos el entendimiento por la imposición, esto ha sido intentado sin ningún éxito por la raza humana en toda su existencia, pero sus resultados todos han sido siempre catastróficos, de la única manera que podemos seguir por un camino seguro y donde todos somos considerados iguales es el camino que establece el Único Dios Verdadero y se encuentra en su Hijo JESUCRISTO.

Por el pastor: Fernando Zuleta V.














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