viernes, 22 de junio de 2018

SOMETIMIENTO




El sometimiento es un estado donde el individuo pierde la capacidad de tomar decisiones propias, por lo cual se convierte en una persona incapaz de reaccionar ante las circunstancias que se le presentan en la vida, me acuerdo de una mujer que conocí siendo ella una joven veinteañera y era incapaz de tomar decisiones tan elementales como elegir un par de zapatos, esto debido  a la sobre-protección de que fue víctima desde su niñez , ella era única hembra en el grupo de hermanos y solo uno era menor, por lo cual todos ejercían autoridad sobre ella, todo paso porque desde muy pequeña quedo huérfana de padre, y la madre y sus hermanos enfilaron baterías en sobre guardar a la única niña de este ramillete familiar, el resultado fue que durante mucho tiempo no pudo tomar sus propias decisiones, siempre salía acompañada o bien de alguno de sus hermanos o de la madre y nunca podía elegir nada en absoluto, la santa madre aun habiendo superado la etapa de la  adolescencia la peinaba y la vestía como una niña, tal vez ella pensaba que de esa manera la muchacha no alcanzaría a ser adulta y en lo muy recóndito abrigaba la esperanza que siempre fuera niña al estilo puro del país de nunca jamás de piter pan.

En el fondo quienes hacen esto están convencidos de hacerlo por el bien del otro, pero aunque sus intenciones son buenas, sus resultados son  pésimos, la persona que vive esta mala experiencia crece en la parte física pero no madura en la parte emocional y se coarta la capacidad de reacción y decisión, en otras palabras creamos un paralitico mental, que es peor que uno físico. Un ser humano con limitaciones físicas puede superar la adversidad y llegar a sobreponerse ante los avatares de la vida, pero el que tenga la mente atrofiada está en completa imposibilidad de vencer los obstáculos.

La imposición está en contra de la naturaleza humana, sea cualquiera  la fórmula que se utilice para llevarla a cabo, socavando uno de los bienes más preciados de las personas como es la excelsa libertad.

El dominio sobre un individuo, un grupo o una nación, surge de la mezquindad y estrechez de la mente de quien lo ejerce, una mente con amplitud siempre proclamara la igualdad, porque no podemos tener como callejón de honor para nuestro transito terrenal hecho con las murallas construidas por hombre sometidos al antojo y capricho de la exigua capacidad de aceptación de la libertad de otros.

 “Que me odien, con tal que me teman”, es una frase atribuida al megalómano de siete suelas que fue Calígula el temible emperador romano en la época de la decadencia imperial, que puede encarnar a la perfección con los ideales de todos los que impone su voluntad a sus congéneres.

Uno de los defectos peores de los que imponen su voluntad es el cinismo, jamás un represor de la libertad le preocupa la opinión ajena, el no siente ni padece por lo que otros piensen de él,  en sus adentros se dice para sí mismo, mientras pueda hacer lo que quiero, lo que digan los demás no tiene importancia. No hemos escuchado frase parecidas a: que importa lo que diga el mundo, si aquí mandamos nosotros.

El deseo de dominio es una respuesta a la incapacidad de control sobre si mismo y como reacción quiere someter hasta donde le alcance el poder que ostenta, sea fuerza física, capacidad económica o capacidad bélica. A veces los padres que no tuvieron éxito, quieren que sus hijos alcancen las cimas que ellos jamás conquistaron y se convierten en tiranos pretendiendo que sus descendientes superen con creses sus expectativas, de esa manera se creen resarcidos, sin dejar que sus hijos elijan con libertad alcanzar sus sueños, no entienden que ellos no están para cumplir sueños ajenos, sino los propios.

Cada individuo debe tener libre elección, una cosa es aconsejar para el bienestar ajeno y otra es imponer nuestro criterio para la auto-complacencia.

El sometimiento es una negación de la individualidad, porque vulnera el legado otorgado por la providencia de la libertad. Una persona que somete está pasando por encima de la ley divina que nos entregó el libre albedrío. Una persona sometida pierde la capacidad de decisión y termina con alienación mental.

Un hombre sometido termina siendo una caricatura de su especie, un pueblo sometido termina siendo un rebaño de borregos.

Por el pastor: Fernando Zuleta Vallejo.  

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