El sometimiento es un estado donde el individuo pierde la
capacidad de tomar decisiones propias, por lo cual se convierte en una persona
incapaz de reaccionar ante las circunstancias que se le presentan en la vida,
me acuerdo de una mujer que conocí siendo ella una joven veinteañera y era
incapaz de tomar decisiones tan elementales como elegir un par de zapatos, esto
debido a la sobre-protección de que fue víctima
desde su niñez , ella era única hembra en el grupo de hermanos y solo uno era
menor, por lo cual todos ejercían autoridad sobre ella, todo paso porque desde
muy pequeña quedo huérfana de padre, y la madre y sus hermanos enfilaron
baterías en sobre guardar a la única niña de este ramillete familiar, el
resultado fue que durante mucho tiempo no pudo tomar sus propias decisiones,
siempre salía acompañada o bien de alguno de sus hermanos o de la madre y nunca
podía elegir nada en absoluto, la santa madre aun habiendo superado la etapa de
la adolescencia la peinaba y la vestía
como una niña, tal vez ella pensaba que de esa manera la muchacha no alcanzaría
a ser adulta y en lo muy recóndito abrigaba la esperanza que siempre fuera niña
al estilo puro del país de nunca jamás de piter pan.
En el fondo quienes hacen esto están convencidos de hacerlo
por el bien del otro, pero aunque sus intenciones son buenas, sus resultados
son pésimos, la persona que vive esta
mala experiencia crece en la parte física pero no madura en la parte emocional
y se coarta la capacidad de reacción y decisión, en otras palabras creamos un
paralitico mental, que es peor que uno físico. Un ser humano con limitaciones
físicas puede superar la adversidad y llegar a sobreponerse ante los avatares
de la vida, pero el que tenga la mente atrofiada está en completa imposibilidad
de vencer los obstáculos.
La imposición está en contra de la naturaleza humana, sea
cualquiera la fórmula que se utilice
para llevarla a cabo, socavando uno de los bienes más preciados de las personas
como es la excelsa libertad.
El dominio sobre un individuo, un grupo o una nación, surge
de la mezquindad y estrechez de la mente de quien lo ejerce, una mente con
amplitud siempre proclamara la igualdad, porque no podemos tener como callejón
de honor para nuestro transito terrenal hecho con las murallas construidas por
hombre sometidos al antojo y capricho de la exigua capacidad de aceptación de
la libertad de otros.
“Que me odien, con
tal que me teman”, es una frase atribuida al megalómano de siete suelas que fue
Calígula el temible emperador romano en la época de la decadencia imperial, que
puede encarnar a la perfección con los ideales de todos los que impone su
voluntad a sus congéneres.
Uno de los defectos peores de los que imponen su voluntad es
el cinismo, jamás un represor de la libertad le preocupa la opinión ajena, el
no siente ni padece por lo que otros piensen de él, en sus adentros se dice para sí mismo,
mientras pueda hacer lo que quiero, lo que digan los demás no tiene
importancia. No hemos escuchado frase parecidas a: que importa lo que diga el
mundo, si aquí mandamos nosotros.
El deseo de dominio es una respuesta a la incapacidad de
control sobre si mismo y como reacción quiere someter hasta donde le alcance el
poder que ostenta, sea fuerza física, capacidad económica o capacidad bélica. A
veces los padres que no tuvieron éxito, quieren que sus hijos alcancen las
cimas que ellos jamás conquistaron y se convierten en tiranos pretendiendo que
sus descendientes superen con creses sus expectativas, de esa manera se creen resarcidos,
sin dejar que sus hijos elijan con libertad alcanzar sus sueños, no
entienden que ellos no están para cumplir sueños ajenos, sino los propios.
Cada individuo debe tener libre elección, una cosa es
aconsejar para el bienestar ajeno y otra es imponer nuestro criterio para la
auto-complacencia.
El sometimiento es una negación de la individualidad, porque
vulnera el legado otorgado por la providencia de la libertad. Una persona que
somete está pasando por encima de la ley divina que nos entregó el libre albedrío. Una persona sometida pierde la capacidad de decisión y termina con alienación
mental.
Un hombre sometido termina siendo una caricatura de su especie, un pueblo sometido termina siendo un rebaño de borregos.
Por el pastor: Fernando Zuleta Vallejo.
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