No llores por mí, esa es ley divina, impoluta, inalterable,
y no podemos variarla un ápice, menos eliminarla,
El hizo normas y principios inobjetables
Él le dice al mar de aquí no pasaras,
El estableció sus fronteras y puso el muro de contención,
invisible, intangible, pero perenne e inviolable,
porque no es acción humana, sino palabra
de la boca del Eterno, pasaran las edades, mudaran
las galaxias, cambiara la dimensión del firmamento,
habrá nuevos universos, pero su Palabra permanecerá inalterable,
y si me amas, como Dios es amor,
transcenderás las fronteras de lo humano y terrenal,
para alcanzar la morada de lo divino y celestial.
No llores por mí, porque las lágrimas son sombras
que oscurecen el corazón y manto negro
que envuelve el alma de mortaja pétrea,
anula los sentidos y cierra el entendimiento,
y el amor es luz de destellos infinitos,
que combaten la oscuridad hasta extinguirla,
de ella no quedan ni pálidos reflejos,
ni huellas delatoras que testifiquen,
que alguna vez tubo pasantías por las policromaticas
galerías que recorren los espíritus libres
de los que se sumergieron en la calidez de las aguas
vivificantes del amor divino.
No llores por mí, porque el llanto no desviara
una milésima la ruta demarcada por El Poder Supremo,
el no conmueve a Dios en su inmaculado trono
sino que nos enseña la finitud de nuestra naturaleza humana,
mostrando en toda su dimensión terrena
la dependencia absoluta del Gran Yo Soy.
Por el pastor: Fernando Zuleta Vallejo
y no podemos variarla un ápice, menos eliminarla,
El hizo normas y principios inobjetables
Él le dice al mar de aquí no pasaras,
El estableció sus fronteras y puso el muro de contención,
invisible, intangible, pero perenne e inviolable,
porque no es acción humana, sino palabra
de la boca del Eterno, pasaran las edades, mudaran
las galaxias, cambiara la dimensión del firmamento,
habrá nuevos universos, pero su Palabra permanecerá inalterable,
y si me amas, como Dios es amor,
transcenderás las fronteras de lo humano y terrenal,
para alcanzar la morada de lo divino y celestial.
No llores por mí, porque las lágrimas son sombras
que oscurecen el corazón y manto negro
que envuelve el alma de mortaja pétrea,
anula los sentidos y cierra el entendimiento,
y el amor es luz de destellos infinitos,
que combaten la oscuridad hasta extinguirla,
de ella no quedan ni pálidos reflejos,
ni huellas delatoras que testifiquen,
que alguna vez tubo pasantías por las policromaticas
galerías que recorren los espíritus libres
de los que se sumergieron en la calidez de las aguas
vivificantes del amor divino.
No llores por mí, porque el llanto no desviara
una milésima la ruta demarcada por El Poder Supremo,
el no conmueve a Dios en su inmaculado trono
sino que nos enseña la finitud de nuestra naturaleza humana,
mostrando en toda su dimensión terrena
la dependencia absoluta del Gran Yo Soy.
Por el pastor: Fernando Zuleta Vallejo
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