No llores por mí, porque no hay razón para llorar,
he pasado la frontera física de la vida terrenal,
ahora disfruto la libertad total ganada por Cristo
en su cruenta y ruda batalla contra el mal,
ahora las edades eternas son mi ruta
y mi camino está marcado por El Salvador,
donde no hay escollos para vencer,
ni pruebas para superar, solo un rictus
de eterna gratitud y calidad sonrisa
en cada rostro que ahora tiene carisma angelical.
No llores por mí, porque he dejado atrás
penurias, quejas y tormentos,
se acabó la lúgubre discordia,
se terminó la acides de la disputa,
se puso punto final a la incomprensión,
los sinsabores de la desesperanza fenecieron,
languidecieron y murieron las controversias,
terminaron los sueños y nació la verdad infinita
de la vida eterna en Cristo Señor Nuestro.
No llores por mí, porque aquí, no hay sueños rotos,
ni ilusiones pasajeras, no hay burbujas
que en un momento inesperado exploten
y nos saquen del confort de lo iluso
a la realidad de dantescas pesadillas.
Aquí no se vive de la esperanza,
sino de la verdad manifestada en Cristo.
La esperanza se cristalizo en la Verdad absoluta.
No llores por mí, las estepas solitarias ya no existen,
los recuerdos y la nostalgia se disiparon,
la oscuridad es desconocida, de ella no hay testigos,
todas las flaquezas se diluyeron,
los sentimientos todos se condensaron en el amor,
la fe es tangible en la verdad insondable,
se corrió el velo de los misterios impenetrables
al darse a conocer la Única Verdad absoluta,
diáfana y pura en toda su dimensión infinita
la luz es indescriptible y la paz es inconmensurable,
el tiempo y las distancias se despidieron,
se han borrado las coordenadas
y las palabras han desaparecido,
la mente del Supremo Hacedor dirige
y son captadas sus intenciones con sincronía absoluta
por huestes angelicales y redimidos por igual,
porque la mente de Dios y su innumerable sequito
son una en Cristo por la eternidad.
Por el pastor: Fernando Zuleta Vallejo
he pasado la frontera física de la vida terrenal,
ahora disfruto la libertad total ganada por Cristo
en su cruenta y ruda batalla contra el mal,
ahora las edades eternas son mi ruta
y mi camino está marcado por El Salvador,
donde no hay escollos para vencer,
ni pruebas para superar, solo un rictus
de eterna gratitud y calidad sonrisa
en cada rostro que ahora tiene carisma angelical.
No llores por mí, porque he dejado atrás
penurias, quejas y tormentos,
se acabó la lúgubre discordia,
se terminó la acides de la disputa,
se puso punto final a la incomprensión,
los sinsabores de la desesperanza fenecieron,
languidecieron y murieron las controversias,
terminaron los sueños y nació la verdad infinita
de la vida eterna en Cristo Señor Nuestro.
No llores por mí, porque aquí, no hay sueños rotos,
ni ilusiones pasajeras, no hay burbujas
que en un momento inesperado exploten
y nos saquen del confort de lo iluso
a la realidad de dantescas pesadillas.
Aquí no se vive de la esperanza,
sino de la verdad manifestada en Cristo.
La esperanza se cristalizo en la Verdad absoluta.
No llores por mí, las estepas solitarias ya no existen,
los recuerdos y la nostalgia se disiparon,
la oscuridad es desconocida, de ella no hay testigos,
todas las flaquezas se diluyeron,
los sentimientos todos se condensaron en el amor,
la fe es tangible en la verdad insondable,
se corrió el velo de los misterios impenetrables
al darse a conocer la Única Verdad absoluta,
diáfana y pura en toda su dimensión infinita
la luz es indescriptible y la paz es inconmensurable,
el tiempo y las distancias se despidieron,
se han borrado las coordenadas
y las palabras han desaparecido,
la mente del Supremo Hacedor dirige
y son captadas sus intenciones con sincronía absoluta
por huestes angelicales y redimidos por igual,
porque la mente de Dios y su innumerable sequito
son una en Cristo por la eternidad.
Por el pastor: Fernando Zuleta Vallejo
No hay comentarios:
Publicar un comentario