jueves, 13 de enero de 2022

ENCUENTRO. Cuando tube la fortuna de verla por primera vez, estaba sentada debajo de un frondoso árbol, contemplando la naturaleza, viendo a los patos nadar, zambullirse, demostrando gracia y alegria en sus movimientos, elegantes y placenteros, la laguna parecia una fotografia de un espejismo sacada de un árido desierto, pero era real, tangible, el astro rey era quien le daba esos visos fantasmagóricos de brillo y fantasía indescriptible. No quise perturbar la serena paz que emanaba de todo su ser, me senté  a su lado sin emitir palabra, y ambos sin usar la comunicación verbal, disfrutamos el tiempo de un dia lleno de belleza y esplendor. La contemplación de la hermosura de tan encantador remanso, no permitia palabras, de seguro, ellas alterarian la fascinación y arrobamiento que produce la exquisita  naturaleza en su máxima expresión,  cuando solo la escuchas y la comtemplas en su magestuosa diversidad. Ensimismados por la serenidad reinante,  estaciados en una admiración casi mistica, embelesados por la exótica belleza, paradisíaca del lugar, el tiempo paso sin advertencia alguna, dando paso a las sombras que anunciaban la llegada de la dama negra, que al envolver con su velo oscuro, daba paso a su reinado intermitente, pero eterno. No nos dijimos nada, no hubo palabras, pero si asentimiento y aun sin comunicación oral  entendimos que somos almas gemelas, que no podemos divagar por caminos separados, nos fundimos en un abrazo sin final y para bien o para mal, sellamos nuestra unión y tomamos como testigos a esa naturaleza eterna y a esa reina que la cubria con manto azabache, cada vez que necesitaba un descanso en su perpetua confrontación para mantenerse inmutable e imperterrita ante el ser que fue creado para salvaguardarla y equivocando su vocacion, se convirtio en enemigo gratuito de quien devuelve bien por mal y retribuye con abundancia todo cuidado que se le prodiga. Asi decidimos nuestro peregrinar eterno y desde entonces, caminamos sin interrupción, sin esperar cambios, pero aceptando las diferencias y tolerando las divergencias. ¿ De quien hacemos referencia? Disculpen por la omisión, hablo de mi elegante consorte, Soledad y de su bizarro caballero, Silencio. Por el pastor: Fernando Zuleta Vallejo. 

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